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Por demoras en las obras del Gasoducto del Norte y el aumento de la demanda invernal, Argentina está volviendo a importar gas natural desde Bolivia. Nueve meses después del último envío, el fluido está nuevamente ingresando al país para abastecer a las centrales térmicas del Noroeste. También está registrándose una entrada marginal de Gas Natural Licuado (GNL) desde Chile.

El año pasado, distintas autoridades aseguraban que el país no iba a necesitar más gas boliviano. Según ese diagnóstico, el abastecimiento de las siete provincias del NOA iba a depender exclusivamente de la producción local, sobre todo la proveniente de Vaca Muerta. Sin embargo, el invierno y la falta de avances en las obras de reversión del gasoducto están modificando el escenario.

Durante esta semana, los informes diarios del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) están mostrando ingresos desde Bolivia de hasta 3,7 millones de metros cúbicos diarios. Pero ahora el comprador ya no es el Estado nacional, sino operadores privados que están contratando en forma directa.

Según fuentes del sector, las compras que se están registrando en el sistema corresponden a contratos spot de corto plazo que están cerrando empresas comercializadoras. Los destinatarios son clientes con centrales termoeléctricas en el NOA, que están eligiendo el gas natural como el combustible más eficiente y económico disponible.

Este tipo de operación está siendo posible gracias a la desregulación que está promoviendo el Gobierno nacional, al permitir que las generadoras eléctricas compren sus propios combustibles. De ese modo, al no depender más del abastecimiento de Cammesa, las empresas están saliendo a buscar las mejores condiciones del mercado.

En la práctica, las centrales están enfrentando restricciones en el suministro desde Vaca Muerta, ya que las obras pensadas para aumentar el caudal hacia el norte aún no están listas. Frente al escenario de tener que recurrir a combustibles líquidos más costosos o detener sus operaciones, importar gas boliviano está resultando más conveniente desde el punto de vista operativo y económico.

Según los registros oficiales del Enargas, Bolivia está inyectando volúmenes que comenzaron en 0,8 y 1 millón de metros cúbicos diarios, para luego saltar a 1,4 y 3,7 millones. En paralelo, las importaciones de GNL están resultando marginales, con apenas 0,2 millones de metros cúbicos diarios, un volumen que "prácticamente no incide", según fuentes del sector.

El cuello de botella en el Norte y el costo de no terminar las obras

Como los contratos actuales son privados y las empresas no tienen obligación de informar sus estrategias comerciales, el precio real es estimado por fuentes del mercado. Según esas proyecciones, el millón de BTU está costando entre 8 y 10 dólares, mientras que los combustibles líquidos como el gasoil o el fuel oil pueden duplicar ese valor.

A pesar del avance parcial de la reversión del Gasoducto Norte, las empresas distribuidoras y transportistas están advirtiendo que los picos de demanda del NOA durante el invierno no están pudiendo ser cubiertos solo con la producción de Vaca Muerta. Por eso, se está apelando a un mix entre importaciones de GNL vía Chile y combustibles líquidos.

En este momento, la capacidad para enviar gas desde Vaca Muerta al norte está en torno a los 15 millones de metros cúbicos diarios. Sin embargo, esa cifra debería haber aumentado con la entrada en operación de cuatro plantas compresoras, cuya habilitación estaba prevista para este invierno, algo que aún no está ocurriendo.

Las estaciones de compresión de Ferreyra y Deán Funes (Córdoba), Lavalle (Santiago del Estero) y Lumbreras (Salta), todas en la traza operada por Transportadora Gas del Norte (TGN), están siendo clave. Su puesta en marcha permitiría elevar la capacidad a 19 millones de metros cúbicos diarios, lo que resolvería el actual desfasaje entre oferta y demanda.

Este gasoducto no solo está siendo vital para abastecer hogares, estaciones de GNC, industrias y centrales del NOA, sino que también está siendo considerado como vía para futuras exportaciones de gas no convencional hacia el sur de Brasil. En ese esquema, se utilizaría la red boliviana actualmente ociosa como sistema de paso.

Pero para que eso ocurra, también están haciéndose necesarias nuevas inversiones que incrementen el volumen transportado. Algunas proyecciones del sector están calculando que sería posible alcanzar hasta 20 millones de metros cúbicos diarios, siempre que se concreten esas obras complementarias.