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Máximo Kirchner prometió no interferir en las gestiones de su sucesor, Germán Martínez, que busca uno a uno los votos a favor del acuerdo con el FMI. Su permanencia en Santa Cruz dejó al Congreso (por ahora) como zona liberada para que Martínez consiga apoyos.

Hubo un compromiso mutuo y el santafesino no presionó a diputados alistados en La Cámpora, agrupación que en la noche del jueves publicó un sugestivo video en contra del FMI en paralelo a las gestiones de Sergio Massa con los jefes de todos los bloques parlamentarios. En el entorno K negaron que sea una señal de cómo votarán.

Si el kirchnerismo duro vota en contra y también lo hace el PRO (cada vez más radicalizado) el acuerdo quedaría supeditado al apoyo de dos tercios de los propios y lo que habiliten la UCR y el bloque de Elisa Carrió.

A diferencia del Frente de Todos, el macrismo sí presiona a sus socios bajo la amenaza de una explosión en 2023 si este acuerdo se vota a favor.

El presidente Alberto Fernández, de diálogo permanente con Massa y algunos diputados, pidió no agredir a los rebeldes del oficialismo.

Por eso las últimas declaraciones de los más molestos con la grieta interna, como el entrerriano Marcelo Casaretto, fueron en un sentido genérico y sin dar nombres. Todos saben a quién se refiere cuando pide "responsabilidad" y "acompañamiento" para no debilitar al Gobierno.

Para cuidar las formas y el compromiso del jefe de La Cámpora la diputada Paula Penacca, secretaria del bloque, fue una de las participantes de la reunión de Labor Parlamentaria.

La Cámpora, presente en la Asamblea

En el mismo sentido sus compañeros de la organización K dieron el presente en la Asamblea Legislativa aunque evitaron pasar por el salón donde el resto del Frente de Todos se juntó a tomar café e intercambiar impresiones después del discurso de Alberto Fernández.

A esos rebeldes les cayó bien que el Presidente asegurara que no habrá ni reforma laboral ni reforma jubilatoria y que reclamara que la Justicia investigue la toma de deuda y la fuga de capitales que provocó la salida del recinto de la bancada del PRO.

Aún así, analizan el esquema de suba de tarifas, el hueso más duro de roer y todo el conjunto de medidas que vendrán.

De esas tribus que conviven en el Palacio Legislativo, sólo unos pocos podrían modificar su postura. Están los que votarán a favor sin dudar, los que votarán "tapándose la nariz" como definió José Luis Gioja y los que anticiparon su voto negativo.

Todavía no hay punteo formal y faltan las conversaciones más importantes con los papeles en la mesa.

Incluso hay quienes después de la reunión de Macri con la dirigencia del PRO hacen otra cuenta y se preguntan qué sucedería con el Gobierno si Juntos por el Cambio se deja contagiar por los halcones y votaran todos en contra.

El miedo al dafault

El default espanta a dirigentes de peso como el gobernador Axel Kicillof que no ve con buenos ojos las negociaciones pero más teme a la falta de acuerdo. El radical Mario Negri y Massa hablaron sobre una salida consensuada: que el proyecto tenga artículos bien definidos de modo que la oposición respalde la renegociación pero no el programa. Así el oficialismo pagaría todo el costo político y social.

En el kirchnerismo también permanece callado Juan Grabois, a diferencia de Claudio Lozano, director del Banco Nación, que volvió a decir que "las deudas se pagan, las estafas no".

Tres diputados que responden a Patria Grande anticiparon su voto en contra aunque a través del diputado Itaí Hagman transmitieron al Gobierno una propuesta, dispuestos a revisar su posición. Ese sector sugirió una ley que establezca el salario universal, un atajo similar a la ley de los Mil Días en el marco del debate por el aborto.

Esta vez la respuesta del Gobierno sería negativa y no habilitaría una ley paralela que suavice los efectos del programa que se acuerde con el FMI y que demandaría más tiempo de debate. Sí podría impulsarse alguna política de compensación.

Los movimientos sociales, parte importante del Frente de Todos, se dividen entre los que rechazan el congelamiento de los planes y los que por el contrario acordaron con el ministro de Desarrollo, Juan Zabaleta, un nuevo esquema para la generación de empleo genuino. Ese péndulo también pone en vilo los votos propios en Diputados.

En el Senado, cámara donde ya se advirtió al Gobierno sobre la falta de consenso y donde pesa Cristina Fernández, rodeada de leales del cristinismo y La Cámpora, no hay permiso para emitir ninguna opinión en forma pública.