

Hoy se cumple un año de la muerte de Tomás Bulat. Falleció en la madrugada del 31 de enero del 2015, en un accidente vial sobre el kilómetro 195 de la ruta 9, cuando volvía de dar una charla sobre economía en Rosario, parte de lo que él llamaba en broma el “Tomás Economic Tour .
“Economista de profesión, periodista de oficio y docente de alma , se autodefinía en su sitio web. Nació en 1964 y se graduó como economista en la UBA en 1988, tenía un Master del Queen Mary and Westfield College & ILAS de la Universidad de Londres y un posgrado en Desarrollo Económico en la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Fundó su consultora en 2003. En el plano académico, dictó clases en la UBA, la Universidad de Palermo, el Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP) y el Nacional de Buenos Aires. Una frase suya que circula cada tanto por las redes define qué pensaba de la educación: "Cuando se nace pobre, ser estudioso es el mayor acto de rebeldía contra el sistema. El saber rompe las cadenas de la esclavitud".
En el plano político, fue asesor de la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado, del Banco Provincia y la AGN; y el año pasado le dijo no a la propuesta de ser candidato a jefe de Gobierno porteño.
Bulat tenía entre sus cualidades la de poner los temas más áridos de la economía al alcance de cualquiera, ya fuera desde su programa El Inversosr, sus columnas en El Cronista, sus charlas o sus apariciones en radio y en TV. Lo hacía además con una humildad, un carisma y una pasión que le hicieron ganar la popularidad y el cariño de un número de seguidores inusual para un economista y convirtieron sus libros en best sellers.
Hace un año, el suplemento 3Días les pidió a colegas de Bulat y dirigentes políticos que lo recordaran en una serie de columnas que terminaron destacando varios de esos aspectos que lo hacían especial: su humildad, su pasión, la sabiduría al alcance de todos con la que acercaba la economía a la gente, la huella que dejó con su especial impronta y hasta que fue “un adversario de fuste .
Un economista “de corazón caliente que travesaba un momento de “felicidad a flor de piel , como lo recordó su amigo el director de El Cronista, Fernando González.













