AL CIERRE DE LA SEMANA SOCIAL HUBO UN T CITO APOYO AL PARO GENERAL de la cgt

La Iglesia, contra el rumbo económico, pidió "no aplicar el ajuste a los pobres"

Los obispos subrayaron la creciente marginalidad de vastos sectores y reclamaron que el Gobierno atienda los reclamos del sindicalismo y de los movimientos sociales

La Semana Social que celebra cada año la Iglesia concluyó el domingo, en la antesala del paro general, con un mensaje de preocupación por la "exclusión y la marginalidad creciente de millones de argentinos", y un llamado al Gobierno para que evite un recorte en el gasto asistencial en su necesidad de bajar el déficit de cara al FMI, a través del Presupuesto 2019.

 

Con expresiones más duras o más ligeras, la jerarquía episcopal, plenamente alineada con el papa Francisco, hizo hincapié en los desequilibrios del sistema financiero y la "riqueza mal acumulada" de los últimos años, y dio su tácito apoyo a la medida de fuerza que promete paralizar este lunes la actividad.

La de este año fue una jornada con escasa presencia oficial: participaron la gobernadora María Eugenia Vidal; la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y el senador Esteban Bullrich. No así el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, que sí acudió a la edición anterior.

El obispo de AvellanedaLanús, Rubén Frassia, fue el encargado de comunicar las conclusiones de los tres días de debate acontecidos en Mar del Plata. El prelado habló de la "urgencia de encontrar caminos de reparación para la exclusión y la marginalidad creciente de millones de argentinos". Pero también subrayó la necesidad de proponer "nuevas normas éticas sobre el sistema financiero", en línea con el reciente documento del Vaticano que apunta contra las sociedades offshore y dice que el sistema económico global "mata" y es "inmoral".

El documento de esta Semana Social demanda atender "el clamor de los pobres por la tierra y su hábitat", detener "las políticas que estimulan la explotación indiscriminada de la naturaleza" y buscar soluciones para "los menores sometidos a los flagelos del desamparo, del trabajo infantil, la explotación y la trata de personas".

El texto consensuado no contiene, sin embargo, las expresiones más agudas del debate, y que salieron de la boca del obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones. El jesuita, que debe su ascendente impronta a Jorge Bergoglio y ya se ha expresado contra el acuerdo con el FMI, también cargó contra la "riqueza mal acumulada", que definió como la razón principal de la pobreza en la que viven vastos sectores, ya que, según entiende, "el crecimiento económico no se ha distribuido adecuadamente" en los últimos años.

Lugones, con un perfil mucho más combativo que su predecesor, Jorge Lozano, se guardó durante el fin de semana de hablar con la prensa, luego del ruido que generó el viernes, al inicio del debate, cuando planteó que "se han dejado de tratar los temas sociales en la agenda pública", y cargó contra el deterioro de las escuelas públicas, el bajo nivel escolar, el narcotráfico, el consumo de sustancias y el déficit alimentario infantil, como plantean los movimientos sociales para exigir una ley de "emergencia alimentaria".

El presidente de la Pastoral Social, en su exposición del sábado, impulsó la agenda de los movimientos sociales y demandó políticas de "techo, tierra y trabajo" en una nación, y consideró que, hasta tanto no se resuelva, "la democracia y la sociedad están fallando".

Lugones también criticó el intento por legalizar el aborto, y en relación con las desigualdades sociales, llegó a decir: "Estamos frente a algo similar a una catástrofe, que la única diferencia que tiene con las demás catástrofes es que es crónica. Y que sea crónica ha terminado por anestesiarnos a todos".

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