El Papa Francisco ha consolidado un estilo en su relación con la Argentina. Se mantiene sobrio y prudente pero siempre encuentra la forma de transmitir el mensaje de las cuestiones que más lo preocupan. Ayer hubo otro ejemplo de sus señales inequívocas para buenos entendedores.
En una entrevista que le dio al diario La Nación, dejó en claro que los dirigentes argentinos deben ayudar a la Presidenta a finalizar pacíficamente su mandato y que, para no interferir en la instancia electoral, ya no recibirá a más presidenciables durante 2015. Hubo incluso algunos integrantes del Gobierno que se apresuraron a celebrar esas palabras.


Pero mientras trascendían los dichos del Papa, el presidente de la Pastoral Social de la Iglesia criolla y hombre de máxima confianza de Francisco en el país, monseñor Jorge Lozano, advertía que el narcotráfico se estaba instalando en las vísceras del Estado y que la inflación está destruyendo el salario. Dos razones contundentes para que los que hoy gobiernan la Argentina y los que apuestan a gobernarla en 2016 tengan perfectamente claro cuáles son las urgencias que oscurecen nuestro presente y amenazan nuestro destino.