

Con las últimas decisiones que ha tomado el Gobierno (“alquiler” de dólares vía distintos canales –swap cambiario con el Banco de China, licitación espectro 4G, acuerdo con productores agropecuarios, etc-, emisión de deuda dollar-linked, canje del Boden 15 y emisión de Bonar 24), queda claro que la estrategia para el 2015 es utilizar nuevamente al atraso cambiario para tratar de dinamizar algo el consumo privado (por la suba del salario medido en dólares) y quitarle presión al frente inflacionario (que se moverá mucho más cerca del 30%).
En este sentido, la señal más relevante es la decisión de dejar atrás el relato del “desendeudamiento” y convalidar la emisión de nueva deuda con una tasa cercana al 10%: si bien resulta muy elevada en la comparación con la región, permite aliviar el problema asociado a la escasez de reservas.
Es de esperar que si consigue los dólares y se mantiene la tranquilidad en el mercado cambiario, el Gobierno opte finalmente por dejar que sea la próxima administración la que tenga que arreglar el problema de los holdouts (evitando así pagar los costos políticos de un acuerdo luego de instalar públicamente la dicotomía “patria o buitres”).
La obtención de dólares por estos canales le permitirá al Gobierno disminuir la incertidumbre cambiaria y contar con más reservas para relajar en el margen las trabas a las importaciones.
De todos modos, el impacto asociado al atraso cambiario (otra “herencia” económica que deberá corregir el próximo Gobierno) le impedirá a la economía retornar a la senda del crecimiento económico y el empleo se mantendrá relativamente estancado.













