Javier Milei es pragmático y no parece tener contemplaciones. Lo sufrió en carne propia el ex ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, que fue eyectado del Gobierno porque supuestamente contó a terceros lo que se había comentado en una reunión privada. Pero no se puede aplicar la misma medicina para aplacar cualquier síntoma. La ley ómnibus que se comenzará a discutir en el Congreso y para la que estiman una jornada maratónica está lejos, aunque se apruebe, del texto original. La sesión promete ser la más larga de los últimos tiempos. La convocatoria oficial se notificó en el medio de frenéticas negociaciones en las que participaran los líderes de los bloques de la oposición moderada: Rodrigo de Loredo (UCR), Miguel Pichetto (Hacemos Coalición Federal) y Cristian Ritondo (PRO). Milei, que en la campaña culpó a la casta de no querer cambiar nada, ahora está que trina por los lobbies encarnados en varios diputados que se las ingenian para defender lo indefendible, pero al mismo tiempo, algunos le serán muy útiles para aprobar la ley. Así y todo, si la ley se aprueba se verá como un triunfo del Gobierno y gran parte de los cuestionamientos pasarán rápido al olvido. Precisamente para que se apruebe, el Gobierno confía los bloques de la oposición dialoguista que adelantaron que darán quórum y votarán a favor del proyecto en líneas generales. Al mismo tiempo, también el oficialismo le pone fichas a los gobernadores que, muchos de ellos destratados y todo, jugarían a favor del Gobierno. La idea original del Gobierno, según la agencia NA, era sesionar el martes, pero los bloques de la oposición blanda le plantearon que no habían tenido tiempo suficiente de procesar la última versión acotada del dictamen de mayoría con la quita de 139 artículos. Lo cierto es que más allá de que se achicaron las diferencias, persisten algunos desacuerdos, especialmente en materia de delegación de facultades y privatizaciones. Mientras la política se juega un partido importante en el Congreso, la economía y los mercados siguen jugando su partido. De hecho, el recorte que iba a representar un número importante en dólares, no será tal, aunque el mercado lo que terminará castigando o avalando es si el Gobierno tiene la capacidad de llevar adelante su programa económico. De todos modos, nadie niega la situación delicada en la que se encuentra el país. En este difícil contexto el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo drásticamente su pronóstico para la actividad económica de la Argentina en 2024 desde un crecimiento del 2,8% a una contracción del 2,8%.