

Muchas veces, en distintos lugares tales como encuentros profesionales, en reuniones de management o simples discusiones con el área de Recursos Humanos de las empresas o entidades gubernamentales surge la pregunta de cuál es el nivel jerárquico que debe tener el auditor interno o mejor dicho el área de auditoría interna.
Por suerte, para la salud de las organizaciones, ya se discute bastante menos la dependencia en el organigrama, esto debido a que se entiende claramente que la función de auditoría interna no puede depender de una actividad operativa ni de un área donde podría compartir intereses con otras. Desde hace bastante tiempo, aunque sigan existiendo Organizaciones que no lo cumplen, la función de auditoría interna depende del máximo órgano de gobierno de la Empresa, ya sea del presidente de la institución, del Directorio o del Comité de Auditoría. Esto le otorga autonomía e independencia, vital para los dictámenes que arribará en su trabajo.
Pero, aunque se dependa de un alto órgano de gobierno, esto no garantiza, por si sólo, que esté realmente preparado y articulado a analizar que sucede en la toma de decisiones de su Organización, principalmente en lo referente al comportamiento legal, ético y regulatorio.
Hoy, claramente el comportamiento ético y la lucha contra el fraude y la corrupción es un tema angular de la sociedad, y no sólo de la justicia o de los entes gubernamentales de los Estados, es realmente un tema que, en forma muy positiva, se ha incorporado en la población y ésta castiga o premia los comportamientos de las Empresas en función de esta situación.
¿Qué se entiende entonces por "Tone at the Top"?. Esta expresión, que traducida literal sería "Tono en la Cima", se empezó a difundir a partir de los escándalos financieros de renombre internacional que, entre otras cosas, provocaron la llegada de medidas o leyes para garantizar la transparencia contable tales como la Ley Sarbanes Oxley.
El "Tone at the Top" nos vendría a mostrar el clima ético que se ejecuta desde el ámbito más importante y jerárquico de la Empresa, que como ya vimos, es, aparte de un hecho moral, es de impacto directo en el negocio por la reputación que se genere. Es decir que esta situación es un basico para que las organizaciones dispongan de un gobierno corporativo sólido.
Ahora que tenemos en claro este impacto, ¿qué tiene que hacer la auditoria interna?. La respuesta es muy fácil, supervisar que el gobierno corporativo está alineado con esta conducta ética.
Cuando en las Organizaciones se pierde este concepto, cuando la alta dirección no hace honor a la cultura de la ética, inmediatamente se empezará a ver un deterioro del control interno, del cumplimiento de las normas, de los procesos que llevará a la empresa a posiciones realmente expuestas y contingentes desde donde es muy difícil regresar.
Para lograr esto, la unidad de Auditoría Interna, sin perder un centímetro de independencia, debe estar "inmersa" en la Alta Dirección, observando de cerca los comportamientos de los directivos y principales ejecutivos y advertir al Comité de Auditoría o semejante de los desvíos que puedan sucederse.
Para ello, la figura del responsable de Auditoría Interna (CAE o DEA) debe gozar de un nivel jerárquico no inferior a un C-Level, lo cual le permitirá atender los comportamientos y tendrá la fuerza, la seguridad y representatividad para poder hacer frente a circunstancias de malversaciones, corrupciones o comportamientos anti éticos de los ejecutivos.
Asimismo, necesitamos profesionales que ocupen estas posiciones que realmente "ocupen" ese espacio, deben ser personas que aparte de su probada condición moral y técnica, necesitan disponer de las habilidades que les permitan influir permanentemente en la alta dirección para evitar cualquier desvío que ésta trate de incurrir. Eso es liderazgo de auditoría, liderar es influir, si el auditor pierde esta condición, entonces no logrará cumplir con su verdadera función para los accionistas, la organización y la sociedad toda.
Es aquí donde confirmamos que, independientemente del tamaño de las organizaciones, la auditoría debe tener un lugar preponderante en el ámbito de gobierno de las mismas, debe disponer de los recursos para lograr cumplir su función y la libertad e influencia para lograr la mayor transparencia de la gestión.
Por lo cual, el auditor debe brindar un aseguramiento integrado, con visión completa y eso sólo lo logra siendo un jugador importante en la actividad diaria de las organizaciones y no un miembro de un silo aislado aferrado a un plan anual de revisión estático.













