Es difícil aislarse del contexto electoral que tendrá este año. Todos los argentinos vamos a estar pendientes, de alguna u otra manera, de lo que va a pasar hasta octubre, cuando las elecciones generales marcarán la tendencia y el camino que tomará este país por los próximos 4 años. Hay que pensar bien en el momento de votar, y es responsabilidad de cada uno de nosotros como ciudadanos el cómo y por quién hacerlo, para después no estar quejándonos durante 4 años por lo que haremos o dejamos de hacer. El voto es un derecho que tenemos y una gran oportunidad también. Poniendo foco en mi sector, la agroindustria -todos los sabemos- viene pasando años complicados. De donde viene esa complicación? Básicamente de acá dentro. Es decir de nosotros mismos, de adentro de la Argentina, de la no existencia de políticas públicas de impulso a la agroindustria, de las no reglas claras, de la falta de escenarios de estabilidad interna, de las trabas en la comercialización de los principales productos de producción (granos, lácteos, carnes), de los cierres deliberados de las exportaciones de esos mismos productos -con la excusa de proteger (otra falacia enorme en la realidad, sino miremos la inflación, los precios cuidados y los otros y la merma del poder adquisitivo de cada uno de los ciudadanos) la mesa de los argentinos, de la existencia de los ROEs y/o cupos de exportación, y por supuesto de los distorsivos, leoninos y absurdos derechos de exportación o mal llamados retenciones por algunos. Todos estos factores fueron en contra de las enormes oportunidades que existieron para la Argentina desde el año 2004 (como mínimo) hasta ahora. Todos los que analizamos agronegocios, sabemos que el contexto mundial en referencia a precios de commodities no es el mejor hoy, pero también sabemos que el mundo sigue requiriendo alimentos en gran escala, alimentos de calidad algunos países, productos primarios y de valor, y en todas las categorías, la Argentina podría estar presente con altísimas posibilidades de ser top ten entre los países proveedores. Pero la decisión es no serlo, y eso, lo estamos pagando y lo pagaremos también más adelante, en la medida que no comencemos a cambiar un poco esta historia de 11 años de estancamiento general del sector agroindustrial. ¿Por qué digo esto? Simplemente porque no aumentamos en este tiempo la cantidad de hectáreas sembradas (esto es siempre por alguna razón se siembra menos de algún cultivo) y menos aún se aumenta la producción o las producciones (Señores: este país sale adelante con 3 cosas: I) mayor y mejor educación; II) mayor conocimiento; III) mayor producción de alimentos). Los temas que hoy más complican al sector agroindustrial en su conjunto son 5 bien definidos: 1) La terrible presión impositiva -principalmente en Buenos Aires- y el alza de más del 30% en los impuestos inmobiliarios rurales -con el adelantamiento de sus pagos definido en estos días por el gobierno provincial y efectivo hasta que no se diga la contrario; 2) los altos costos de producción generales; 3) la decisión del Banco de la Nación Argentina de no otorgar financiamiento ni créditos a productores sojeros que no hayan vendido su cosecha anterior; 4) las continuas trabas a la comercialización de granos, lácteos y carnes; 5) la desastrosa situación en algunas economías regionales, como ser la vitivinícola y la frutihortícola. Esto además de los problemas permanentes sin solución que muchas veces ya nombramos en forma reiterada (inflación, dólar no competitivo, etc.). Quedaron en carpeta para este nuevo año la sanción y aprobación de leyes como: nueva Ley de Semillas, Ley de Agroquímicos (temas envases y otros), Ley de Suelos, Ley de Fertilizantes, Ley de Arrendamientos, todas leyes de suma importancia para la evolución o involución del sector, que lamentablemente en estos años van y vienen en el Congreso como globos de ensayo para ver el efecto que tienen sobre el sector, pero que no se tratan en tablas como deberían (para bien o para mal). Estas cosas no le hacen bien a la agroindustria. En este año electoral veremos seguramente desfilar por las muestras del sector a todos los candidatos, saludando a la gente, a las empresas, a los productores, dando conferencias de prensa, prometiendo cosas, pero a lo que deberían tener en cuenta principalmente los precandidatos a presidente y otros, es que los actores del sector agroindustrial, solo esperarán escuchar de ellos frases como: "Los vamos a ayudar, los vamos a motivar, no los vamos a perseguir, no los vamos a perjudicar, tendrán acceso al crédito, no queremos sus dólares para justificar nuestros malos gastos, queremos que produzcan más porque los necesitamos, y vamos a hacer políticas públicas que fomenten lo mejor de ustedes, y trabajaremos en conjunto". Si el sector escucha esto en serio, de verdad, sinceramente, sin discursos ni promesas vacías, percibiendo una unidad real de todos los que apuestan y piensan en que la agroindustria es el principal motor de la economía de este país, no duden que tendrán su apoyo. Señores candidatos, no se olviden de pensar esto en estos meses. La agroindustria no espera cambios de estas autoridades, ni, a mi entender, debería esperarlos por muchas razones. La primera es: ¿por qué cambiar ahora si en 11 años no lo hicieron? Pero sí! Hay esperanzas por lo que vendría o vendrá a partir del 2016. Como dice el dicho, la esperanza es lo último que se pierde, y eso va para todas las cosas y sectores.