El generoso beneficio impositivo que anunció Sergio Massa el lunes venía acompañado, literalmente, por la pregunta del billón. La elevación del piso sobre el que los asalariados pagan elimpuesto a las Ganancias a $ 1,7 millones, hizo que todos los economistas se preguntaran de dónde provendría el financiamiento para dar semejante paso. El ministro explicó que algunos recursos surgirían de la aplicación del impuesto PAIS a las importaciones, y otro tanto, de la recaudación adicional que generaría el incremento del consumo. Pero a nadie le cerraban las cuentas: el costo fiscal fue estimado en $ 1 billón al año, y para un país con déficit, es una meta más que lejana. Las cartas de Massa que completaban esta jugada todavía no estaban a la vista. El ministro tiene claro que los anuncios no tienen que competir con sus costos. Primero se difunde el lado luminoso, porque para conocer el lado oscuro siempre hay tiempo. La catarata de medidas anunciadas esta semana tenía como objetivo apuntalar la campaña del candidato de Unión por la Patria, a sabiendas de que la inflación de agosto venía pesada. Antes de que el Indec difundiera el 12,4%, Massa reunió a los principales dirigentes de la CGT y les anunció un alivio impositivo que superó sus propias expectativas. Y aunque el beneficio difícilmente pueda extenderse a 2024 si no hay una ley que introduzca la reforma al régimen del impuesto, para los analistas quedó en claro que lo político volcó la balanza, dejando en segundo plano el hecho de que la promesa excedía el objetivo fiscal acordado con el FMI. Massa, no obstante, cuidó las formas, porque también es consciente de que ni el actual gobierno ni el que viene podrán funcionar sin el financiamiento del Fondo. Por eso en la ley de Presupuesto 2024, que entrará hoy al Congreso para cumplir con los plazos legales, introdujo una sobretasa de Ganancias para grandes empresas. El objetivo es crear un impuesto mínimo de 15%, destinado especialmente a aquellas compañías globales de la economía digital que operan en una multitud de países y no tienen un aporte relevante al Fisco. Massa no fue original, hay que decirlo. Rescató una propuesta que la OCDE viene discutiendo desde hace dos años, pero para economías de otra dimensión. En la Argentina, una vez más, el Estado prefiere cargar primero el auto y después preguntarse si con semejante peso puede trasladar a todos sus pasajeros y llegar al destino esperado. Está claro que hay costos sociales que nivelar para evitar que se dispare aún más la pobreza. Pero la lógica de gastar primero y recaudar después, en algún momento tiene que cambiar.