

Se han escrito cientos de interpretaciones sobre el 17 de octubre de 1945. Todas ellas, desde las más académicas hasta las más partidarias trasuntan posicionamientos políticos, juicios a priori de carácter social, clasistas, psicologistas, culturales. Desde las versiones adversas, aferradas al relato del aluvión zoológico, pasando por las supuestamente lúcidas que analizan la anomalía política del peronismo y las provenientes del propio peronismo que se centran en la definición del Día de la Lealtad.
¿Cómo interpretar el 17 de octubre de 1945? Simple y complejo a la vez: el día en que la historia argentina cambió definitivamente.
Los cientos de miles de obreros, trabajadores, jornaleros, varones y mujeres que se fueron reuniendo en Plaza de Mayo el 16 y que la colmaron el 17 sacudieron definitivamente las estructuras de esa gran estancia que la élite tradicional, sus partidos políticos afines y corporaciones económicas, mediáticas y educacionales pretendían mantener a la Argentina.
¿Qué hubiera pasado sin la movilización popular? No mucho. Perón, preso en Martín García, prácticamente incomunicado por los militares a cargo del gobierno, hubiera terminado su breve carrera política con un pase a retiro.
La diferencia la hicieron los casi 500.000 obreros que se movilizaron por propia determinación. La mayor movilización de la historia argentina hasta ese momento fue totalmente espontánea, no había aparato, burócratas o punteros. Era ese subsuelo de la Patria que se movilizaba por su cuenta y porque entreveía por primera vez que algo podía cambiar efectivamente.
El 17 de Octubre, preanuncia fácticamente lo que serán los diez años posteriores: el espacio, el territorio de la Capital ocupado por los desheredados de la patria. De allí en más, las plazas, los cines, los teatros, los lugares de veraneo, el consumo, la radio, los periódicos, en fin, todo el territorio físico y simbólico de una nación reservada históricamente a unos pocos, será ocupado por los sectores populares, por su estética, su música, su visión de la vida.
El peronismo expondrá un programa político social que hará de la inclusión, su eje central: pleno empleo, derechos laborales y sociales, ampliación de la esfera educativa, salud preventiva, construcción de viviendas y derechos para los eternos postergados de la argentina de esos años: los ancianos, los niños y las mujeres. Y, cómo no señalarlo, la inclusión simbólica, el disfrute de los bienes culturales, de los hijos ascendiendo socialmente, viviendo mejor que sus padres.
Los grandes protagonistas de ese 17 de Octubre de hace setenta años serán Perón y el pueblo argentino en la Plaza; pero rápidamente incluirá a Evita como expresión de una agenda social y política que llevaba décadas retrasada: los programas de la Fundación, los derechos de la niñez y la ancianidad, el voto femenino.
El 17 de octubre, por estos y otros motivos, será incómodo para la Argentina tradicional: las patas en la fuente y el pueblo instalando a su líder en el balcón dispararon en la élite, en sus diarios, en sus universidades y en sus partidos políticos los temores profundos de un retorno de la barbarie en lectura sarmientina. De allí en más, el peronismo tendrá que enfrentarse permanentemente con el desprecio, la descalificación y finalmente el uso puro y simple de la violencia con el golpe de Estado.
Pero junto a esa oposición, y a setenta años de distancia, el peronismo fundado el 17 de octubre sigue mostrando hoy toda su vigencia social y política. El gobierno de los últimos 12 años se ha consolidado como una etapa gloriosa del peronismo, retomó aquel programa político de crecimiento económico con soberanía e inclusión social.
Tras décadas de vaciamiento y ausencia del Estado, el kirchnerismo volvió a poner la política en el centro de la escena, para restituir derechos a los olvidados del neoliberalismo, para sacar a la Argentina de aquel infierno con 50% de pobres y un 25% de desempleados.
Este 70º aniversario nos encuentra trabajando en un proyecto que no sólo alcanzó el nivel de desocupación más bajo de los últimos 20 años, sino que puso en marcha y en órbita los satélites Arsat-1 y 2; tiene una cobertura previsional del 97% y la jubilación más alta de Latinoamérica; convirtió en ley el derecho a la AUH y creó 14 nuevas universidades públicas en las que están estudiando la primer generación de universitarios de miles de familias trabajadoras.
Este es el peronismo que conducirá Daniel Scioli si el pueblo así lo decide, un peronismo disconforme por naturaleza que seguirá trabajando para alcanzar el desarrollo de la Argentina, con más empleo formal y de calidad, con más inversiones para aumentar la producción nacional y mejorar la logística, con más educación y salud pública.










