Transparencia en tiempos de coronavirus

No hay dudas de que el impacto del coronavirus en las empresas, de todos los sectores y tamaños, ha devenido en consecuencias dramáticas en materia económica y financiera, sin olvidar que habrá un antes y un después en materia de protección sanitaria para nuestros empleados y colaboradores. Sin embargo, existe otro desafío que merece especial atención: el de reforzar el cumplimiento normativo ante los riesgos adicionales que esta emergencia ha generado.

El Instituto de Ética y Transparencia de AmCham Argentina, la Cámara de comercio de los EE.UU. en nuestro país, se ha constituido como un foro para las empresas en el cual sus representantes comparten experiencias, mejores prácticas e inquietudes ante estos tiempos de crisis. En estas turbulentas semanas, en las que se ha implementado el aislamiento social preventivo y obligatorio del Decreto 297/2020, los especialistas coinciden en que hoy, más que nunca, las empresas deben reforzar los conceptos de ética y transparencia.

La crisis económica y sanitaria jamás tiene que ser justificativo para que las empresas desestimen sus obligaciones para con las normas y la sociedad, si no, por el contrario, es el momento indicado para reforzar sus programas de integridad y asegurar su cumplimiento. Adaptar los programas de compliance a la nueva realidad durante la pandemia será crucial para definir el rumbo de la compañía cuando la situación se normalice.

Es por ello que se torna crucial e imperativo que la “máxima dirigencia de la empresa rectifique el mensaje que la tolerancia a la corrupción debe ser igual a cero. Asimismo, los oficiales de cumplimiento deben tener una atención especial y redoblada en temas de corrupción como lavado de dinero, conflictos de interés y prácticas desleales , indica Delia Ferreira Rubio, presidente de Transparency International en su última conferencia. Las contrataciones motivadas por causas excepcionales o las situaciones extraordinarias como las que vivimos, plantean riesgos que obligan a las empresas a actuar de manera aún más transparentemente, a estar más alertas.

Es fundamental que las empresas tengan en cuenta los riesgos adicionales que la crisis de coronavirus ha creado: procesos de alta de proveedores con excepciones; “fast-tracks ; procesos de donaciones y contribuciones sin su adecuado control; falta de protección de datos personales sensibles; procesos de venta a organismos públicos a través contrataciones directas y otros procedimientos con mecanismos adecuados a esta realidad, entre otros.

Estamos convencidos de que la pandemia de Covid-19 cambiará a la sociedad para siempre en varios sentidos. Uno de ellos, es que los consumidores y las empresas querrán invertir su dinero en compañías que estén alineadas filosóficamente, con las expectativas de nuestra sociedad, ateniéndose rigurosamente al cumplimiento normativo y de responsabilidad social, involucrando los valores de la ética y transparencia en su identidad y sus valores.

Por ello, creemos que la adaptación de los programas de integridad ante el contexto global excepcional será fundamental para consolidar la imagen de las empresas y que dicha reputación será uno de los principales diferenciales que los consumidores (en una economía limitada) tendrán en cuenta a la hora de decidir dónde y cómo invertir su dinero y sus decisiones de consumo.

Así como los Estados tienen que prever como manejar la gestión de gobierno sin dañar la institucionalidad durante las crisis, también las empresas deberán tener protocolos que aligeren los mecanismos para tiempos de excepción, pero que de ninguna manera signifiquen la generación de espacios grises en cuanto al cumplimiento de un valor fundamental como la transparencia e integridad de sus actos.

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