PUNTO DE VISTA

Sobre la naturaleza del Estado

ACLARACIÓN SOBRE ESTE CONTENIDO *

El gran sociólogo alemán Franz Oppenheimer señaló que hay sólo dos formas mutuamente excluyentes de obtener riqueza. En primer lugar, el método de la producción e intercambio, al cual llamó los "medios económicos".

La única forma por la cual el hombre puede lograr la satisfacción de sus necesidades y mejorar su nivel de vida es mediante el uso de su mente y su energía para transformar recursos ("producción") e intercambiar dichos productos por bienes creados por otras personas. El hombre ha descubierto que, a través del proceso de intercambio voluntario, la productividad, y por tanto el nivel de vida de todos los participantes en el intercambio aumenta enormemente.

El único curso "natural" para la supervivencia del hombre y la obtención de riqueza es, por lo tanto, el uso de su mente y energía para dedicarse al proceso de la producción e intercambio. El hombre hace esto, en primer lugar, encontrando recursos naturales y transformándolos ("mezclando su trabajo con ellos", según John Locke), para hacerlos su propiedad individual y luego intercambiando dicha propiedad por la propiedad similarmente obtenida de otros. El camino social dictado por los requerimientos de la naturaleza del hombre es, por consiguiente, el denominado camino de los "derechos de propiedad".

La otra forma es más simple, en el sentido que no requiere de productividad, es el método de la captura de los bienes o servicios de otros por medio de la fuerza y la violencia. Este es el método de la confiscación unilateral, del robo de la propiedad de otros. Este es el método que Oppenheimer denominó "medios políticos" hacia la riqueza. Debería estar claro que el uso pacífico de la razón y la energía propia para la producción es el camino natural para el hombre, sus medios de supervivencia y prosperidad. Debería ser igualmente claro que los medios coercitivos y explotadores son contrarios a la ley natural y constituyen un mecanismo parasitario (salvo que se considere al robo y el trato desigual ante la ley -llámese justicia social- como rasgos positivos de la sociedad). Pues en vez de agregar a la producción, substrae de ella.

Los "medios políticos" desvían la producción hacia un individuo o grupo parasitario y destructivo y esta desviación no sólo substrae del número de productores, sino que también reduce el incentivo que estos tienen para producir más allá de su propia subsistencia. Esto es, los hechos no convalidan la hipótesis de John Stuart Mill que señala la independencia entre producción y distribución, sino que tales fenómenos son dos caras de la misma moneda. A su vez, a largo plazo, el ladrón termina destruyendo su propio medio de subsistencia al menguar o eliminar la propia fuente de sus provisiones. Pero más allá de ello, incluso en el corto plazo, el depredador está actuando en contra de su propia naturaleza como ser humano.

Por ende, estamos ahora en una posición de contestar más completamente la pregunta: ¿Qué es el Estado? El Estado, en palabras de Oppenheimer, es la organización de los medios políticos; es la sistematización del proceso predatorio sobre un territorio determinado. Pues el crimen es, en el mejor de los casos, esporádico e incierto, su parasitismo es efímero y la vida coercitiva y parasitaria puede ser cortada en cualquier momento a través de la resistencia de víctimas.

Por otra parte, el Estado provee un canal legal, ordenado, sistemático y permanente para la depredación de la propiedad privada y hace segura y relativamente pacífica la vida de la casta de parásitos en la sociedad.

En función de ello debería quedar claro que, dado que la producción debe preceder siempre a la depredación, el mercado libre es anterior al Estado y por otra parte, el Estado nunca ha sido creado mediante "contrato social" alguno y siempre ha nacido a través de la conquista y la explotación.

Sin embargo, el Estado es considerado casi universalmente como una institución de servicio público. Algunos teóricos veneran al Estado como la apoteosis de la sociedad. Otros lo consideran como una institución amigable, que, aunque algunas veces ineficiente, constituye una organización para el logro de fines sociales y que casi todos lo consideran como un medio necesario para lograr los objetivos de la humanidad, un medio a ser contrapuesto al "sector privado" y que usualmente gana en esta competencia por recursos.

Con el surgimiento de la democracia, la identificación del Estado con la sociedad se ha redoblado, hasta el punto que es común escuchar la expresión de sentimientos que virtualmente violan todos los principios de la razón y el sentido común, tales como "nosotros somos el gobierno". El útil término colectivo "nosotros" ha permitido que un camuflaje ideológico haya sido extendido sobre la realidad de la vida política. Si "nosotros somos el gobierno", entonces todo lo que un gobierno le haga a un individuo no es sólo justo y no tiránico, sino que también es voluntario de parte del individuo involucrado.

Por ejemplo; si el gobierno ha incurrido en una enorme deuda pública la cual debe ser pagada gravando a un grupo en beneficio del otro, la realidad de la carga es oscurecida al decir que "nos lo debemos a nosotros mismos"; si el gobierno recluta a un hombre, o lo encierra en prisión por sus opiniones disidentes, entonces "se lo hizo a sí mismo", y, por lo tanto, nada grave ha sucedido.

Debemos entonces enfatizar que "nosotros" no somos el gobierno, el gobierno no es "nosotros". El gobierno no representa en ningún sentido preciso a la mayoría del pueblo. Pero aún si lo hiciera, aún si el 70% de la población decidiera asesinar al restante 30%, eso sería de todas formas asesinato y no suicidio voluntario de parte de la minoría masacrada. Si, entonces, el Estado no es "nosotros", si no es la familia humana juntándose para decidir sobre sus problemas comunes; si no es una reunión de una logia o "Country Club": ¿qué es entonces el Estado?

Brevemente, el Estado es aquella organización en la sociedad que intenta mantener un monopolio sobre el uso de la fuerza y la violencia en una determinada área territorial. En particular, el Estado es la única organización que obtiene sus ingresos, no a través de contribuciones voluntarias o el pago por servicios prestados, sino a través de la coerción. Mientras que otros individuos o instituciones obtienen sus ingresos por medio de la producción de bienes y servicios y por la venta voluntaria y pacífica de dichos bienes y servicios a otros individuos, el Estado obtiene su renta mediante el uso de la compulsión, es decir, la amenaza de la cárcel y a punta de pistola. Después de promover el uso de la fuerza y la violencia para obtener sus ingresos, pasa a regular las demás acciones de sus súbditos individuales.

Uno pensaría que la simple observación de todos los Estados a lo largo de la historia del mundo, sería suficiente prueba de esto. Sin embargo, el aura de mito benevolente ha envuelto por muchísimo tiempo las violentas y atroces actividades del Estado, llegando a un lavado de cerebro tan descomunal que para tomar verdadera conciencia de lo que represente dicha institución requiere una gran dosis de elaboración: el Estado es nuestro mayor enemigo.

* A partir de la controversia generada por varios de los artículos de opinión que el economista Javier Milei publicó en El Cronista entre 2016 y 2019, deseo expresar lo siguiente:

Nuestro diario tiene un compromiso inalterable con la libertad de expresión y el pluralismo, y desde ese lugar confía -y seguirá confiando- en la honestidad intelectual de todos aquellos que publican sus puntos de vista en nuestro medio.

Asumimos que nuestros columnistas desarrollan contenidos originales. A la vez, nos parece sano que la inclusión de opiniones ajenas en sus textos esté identificada.

Nuestra tarea, reitero, es la difusión de aquellos puntos de vista que puedan ser de interés para nuestra audiencia. Y en defensa de ese interés, el diario ejercerá el derecho de advertir a sus lectores sobre la controversia mencionada, incluyendo también la visión del autor sobre el tema.

Hernán de Goñi, Director Periodístico

Siempre me defino como un divulgador.

Recurrentemente cito a los autores de los que me nutro, lo cual permite a la persona en cuestión hacer la denuncia.

En el debate sobre la propiedad intelectual, el primero en manifestarse en contra fue el propio Rothbard, ya que para poder hacer valer dicho derecho (sobre algo abstracto) requiere la acción del Estado. Lo cual va contra el argumento ANCAP.

Yo soy testimonio de ello, ya que hay personas que usan material que yo mismo origino y nunca puse restricción a ello.

A su vez, las notas en diarios son notas de divulgación vinculadas a un tema de la coyuntura, en las cuales por practicidad no se suele hacer las citas.

Por las notas en cuestión yo no recibo compensación monetaria por lo que tampoco hay lucro en las mismas.

Dado que se trata de notas de divulgación en un medio masivo de comunicación (no una revista científica) la acusación carece de sentido en el plano del Copyright.

Javier Milei

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