La vertiginosa historia de los ex vicejefes de gabinete, del poder al ostracismo

La dimensión de la crisis económica llevo a que desde el corazón del poder se cuestione y se replantee lo que para muchos miembros del gobierno era incuestionable: el modelo de gestión del que se valió el presidente para administrar el estado.

 El modelo consistió en concentrar el poder en una Jefatura de Gabinete que manejaba la política y la economía, la coordinación política en la órbita del jefe de gabinete Marcos Peña y la coordinación económica en dos vicejefes de gabinete que se repartían la administración de los ministerios, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.

Esa concentración del poder la sintetizó el propio Macri al sostener públicamente el año pasado: “Marcos, Quintana y Lopetegui –había dicho el mandatario- son mis ojos, mis oídos y mi inteligencia .

Los ahora ex vicejefes de Gabinete se conocen de hace años. En sus inicios, trabajaron juntos en la consultora Mc Kinsey y fundaron la cadena de supermercados Eki, pero nunca imaginaron que llegarían concentrar tanto poder como el que tuvieron durante los dos primeros años de gestión de Macri.

Marcos es el ideólogo político, el que le habla al oído al Presidente, pero el poder total de la gestión lo tenían Quintana y Lopetegui, quienes se distribuyeron los ministerios a coordinar.

Eran los jefes de los ministros. La gestión de todas las carteras estaba intervenida por Jefatura de Gabinete y cada ministro pedía permiso en todas las cuestiones de gestión, tal era la relación  ‘jefe–subordinado’  que, en su momento Francisco Cabrera, entonces ministro de la Producción,  llegó a pedirle a su amigo Macri que le cambiara a Lopetegui por Quintana como coordinador porque no aguantaba más su trato.

 Los presupuestos de los ministerios, qué y cómo negociar, la autorización para formular proyectos con organismos internacionales (BID, Banco Mundial), las contrataciones, todo tenía que ser consultado a Jefatura de Gabinete.

No eran pares de los ministros, eran sus jefes.

De hecho, fueron los vicejefes de gabinete quienes se cargaron a los ministros que osaron cuestionarles su mecánica y estilo: pasaron por las armas a Alfonso Prat Gay (Economía), Ricardo Buryaile (Agroindustria), Susana Malcorra (Cancillería), Cabrera (Producción) y Juan José Aranguren (Energía); estos últimos contaron con el tiro de gracia de Maria Eugenia Vidal y Horacio Rodriguez Larreta, pero “el dúo dinámico ya los había esmerilado. En el camino, también bajaron a Carlos Melconian del Banco Nación y a Isela Costantini de Aerolíneas por incontrolables y autónomos. El Presidente bancó cada cambio.

Cuando el Gobierno, por iniciativa de Nicolás Dujovne decidió acudir al Fondo Monetario Internacional, Quintana y Lopetegui empiezan a perder espacios de poder. Es que para negociar con el fondo era necesario contar con un ministro de Economía más fuerte que tuviera un manejo integral de la macro. ¿Cómo explicarle al fondo que dos funcionarios que ni siquiera firman nada manejan la política económica?

La dimensión de la crisis y la presión del establismnet llevó a que el presidente se anime a romper con su modelo de gestión incuestionable hace unos meses. Hasta Horacio Rodríguez Larreta, quien eligió a Mario Quintana como padrino de su hija menor, les soltó la mano.

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