Blockchain es una base de datos compartida y descentralizada -nacida en 2009 con el suceso Bitcoin- que cobró vuelo por sí misma y hoy está penetrando profundamente en todos los sectores de la economía global. También nombrada cómo “cadena de bloques funciona como un libro para el registro de operaciones de compra-venta o cualquier otra transacción comercial-financiera-administrativa.
Se trata de una gran base de datos, pública, remota e inviolable, en la que se pueden registrar archivos digitales de todo tipo. Cada elemento guardado allí es datado y da origen a una especie de firma o “hash , formada por una secuencia de letras y números.
¿Se complica? Llevémoslo a un ejemplo concreto. Imagínense una escribanía. Hoy las escribanías son prácticamente la única institución que garantiza la veracidad de copias de cualquier tipo de documento, de certificados de nacimiento, de escrituras de inmuebles. El carácter genuino de estos papeles está asegurado por firmas y sellos holográficos realizados por personas y bajo su responsabilidad profesional. Pues el Blockchain hace lo mismo. La diferencia es que la autenticidad es determinada por un código y la "cadena" pasa a ser una alternativa más barata, transparente, segura y accesible que la versión convencional del sistema.
Esto vale para un texto, un software o una obra de arte. ¿Cómo que para una obra de arte? Sí, para una obra de arte también y esto es revolucionario. La industria internacional del arte no se quedó atrás y esto está quebrando un paradigma muy antiguo que sostenía que una obra era lo que el papel o certificado decía. En 2017 los principales actores del mercado y startups han comenzado una carrera de transformaciones radicales para subirse en la ola y aprovechar las oportunidades que esta plataforma ofrece.
Por primera vez en la historia, los certificados apócrifos se encuentran con una herramienta que los puede combatir. Según lo definido en el primer Congreso Internacional de Peritaje de Obras de Arte, ICAE 2016, un 40% de las obras del mercado pueden ser falsas o mal atribuidas; si observamos lo que sucede con las documentaciones ese número puede duplicarse. Históricamente fue relativamente sencillo adulterar documentos, inventar un “pedigree de una obra o falsear la firma del supuesto especialista que determinaba que esa obra que mencionaba el papel era autentica.
Las aplicaciones son inmensas y prometen entre otras cosas solucionar la gran problemática que ha socavado siempre el coleccionismo de arte: la falsificación y comercialización de obras apócrifas. ¿Pero cómo lo haría? Hoy los peritos de arte tenemos nuevas herramientas para registrar nuestras certificaciones. Gracias a las Smartags (etiquetas inteligentes) y a Blockchain podemos aplicar un mismo código digital único e irrepetible a la pieza de arte y al documento que confirma su autenticidad. Es el primer paso para el tan anhelado registro público de obras de arte.
Guardados en la nube de forma segura, estos archivos están encriptados (solamente los pueden ver los que tengan autorización) y son almacenados en bases de datos de millones de computadoras en el mundo, lo que garantiza la inmutabilidad de los mismos: nadie puede borrar ni alterar la información almacenada en la plataforma.
Por otro lado, la innovación también incursiona en el mundo de las subastas de la mano de Maecenas, una startup a través de la tecnología Blockchain se posiciona fuerte y plantea una democratización al acceso a obras de arte de grandes maestros. En esta plataforma los inversores pueden comprar “fragmentos digitalizados de obras con valores elevados, que de otra manera no podrían hacerlo. Llevándolo a una escala local, en el futuro se podría “tener acciones de un Antonio Berni de igual forma que tener acciones de YPF. Además, a todo esto se le suma la privacidad y confidencialidad en las transacciones y la liberación de las comisiones tradicionales de los intermediarios.
Si se considera que el mercado público de arte mundial mueve un promedio de 50 mil millones de dólares por año y es el único mercado comercial no regulado (se estima que esta cifra mínimamente se duplica con las ventas realizadas entre privados), estamos hablando de un volumen enorme de capital que circulará en transacciones privadas protegidas. Sin embargo, esta es la gran controversia que gira entorno a la revolución Blockchain: la falta de regulación podría fomentar el lavado de activos. Como contrapartida, gracias a la transparencia del sistema se podrían trazar rutas de titularidad e historial de las obras y de esta forma colaborar con la protección del patrimonio.
El abordaje de los desafíos y complejidades que genera esta nueva implementación tecnológica será uno de los objetivos de la segunda edición de la International Conference Artwork Expertise (ICAE), esta vez a realizarse en la ciudad brasileña de Rio de Janeiro. El objetivo de este encuentro será fortalecer y actualizar a los profesionales del peritaje de obras de arte en Brasil, resto de América latina y el mundo.