

Cuál es el precio del dólar en la Argentina? ¿$16,30? ¿$16? ¿$15,75? Algunos analistas han dicho que debería estar en torno a $ 23. Alguno ha llegado a calcular $ 51. Con cada retención o reembolso surge un nuevo tipo de cambio efectivo, como el que percibe un exportador de soja, que es 30% menor que el oficial. Con la compra de los bonos Letes, el precio del dólar es menor al de las pizarras. Definitivamente no hay un único tipo de cambio.
Por otro lado, el comportamiento de algunas variables parece hablarnos de un dólar atrasado; la balanza turística empeora (los argentinos gastamos más en el exterior que los extranjeros en nuestro país), la balanza comercial sigue el mismo derrotero, los saldos negativos se compensan con el ingreso de dólares financieros, emitiendo deuda de corto y mediano plazo.
La palabra griega esquizo -separación, división- parece ajustarse a la realidad del mercado cambiario argentino, ya que hay varios tipos de cambio diferentes y separados que reflejan realidades distintas, hasta divergentes. Ahora bien, el tipo de cambio es una relación de equivalencia que conecta naciones vía sus monedas: el peso con dólar o con el euro; el euro con el yen; el yen con el dólar. Sin embargo, no parece haber una conexión entre los múltiples tipos de cambio de nuestra economía con la expectativa colectiva y social, de distribución del ingreso, y con ello por supuesto, el conflicto permanente por la renta y los salarios reales deseados es una realidad que persiste.
¿Pero existe un tipo de cambio de equilibrio? ¿Qué estaría equilibrando ese tipo de cambio supuestamente en equilibrio? ¿Oferta y demanda de divisas en el país sin importar la calidad de cómo se ofrecen los dólares y para qué se demandan? ¿Aquel que determina una senda de crecimiento de determinado nivel? ¿O aquel nivel de tipo de cambio real que logra el pleno empleo con un salario real sin conflicto?
Argentina tiene como mínimo una economía dual; se ha dicho también que con tres sectores diferenciados o que funciona en tres velocidades. No puede tener un único típico de cambio y que se tipo de cambio sea útil o conveniente (y no quiero decir de equilibrio) para todos. Permítanme entonces poner en duda la existencia de un único tipo de cambio, de equilibrio o competitivo para nuestra Nación.
No es una novedad decir que tenemos parte de las tierras más productivas del planeta, y que sobre esas tierras hemos puesto tecnología (no sólo fierros, sino también biotecnología y novedosas formas de organización y gestión). La productividad en la agricultura es prodigiosa. Sin embargo, no toda la agricultura goza de esos atributos.
¿Y la industria? Cada sector, y cada empresa dentro de un sector tiene sus particularidades: nuestros empresarios y obreros hacen desde satélites hasta telas, desde bolsas de plástico hasta tubos sin costura. Exportamos e importamos diversidad de productos y partes y piezas. Pero nuestra estructura productiva está desequilibrada (sectorial y territorialmente) y también desarticulada: eslabones incompletos, rotos, cortados, que no nos permiten integrar localmente y con eficiencia un proceso productivo complejo.
John Nash, aquel de la película Una mente brillante (basada en la novela de Sylvia Nasar A beautiful mind en su versión original), fue diagnosticado con esquizofrenia en 1959. Este matemático propuso, entre otras cosas, que se fije el valor de cada moneda en función de un índice de precios de consumo industrial. Pero más importante aún puso en duda la forma que adopta el individualismo en el que se basa la teoría económica hegemónica. John Nash señala en la película: "Smith decía que lo más productivo es que todos en el grupo quieran por sí mismos. Eso está mal, le falta algo, porque lo más productivo es que todos en el grupo quieran para ellos y para el grupo"; es decir que el máximo nivel de bienestar social no se generaría cuando cada individuo en forma egoísta persigue su bienestar individual. John Nash ganó el premio Nobel de Economía y a partir de su trabajo se reconoce que puede ser racional para una persona en forma individual hacer contribuciones para la construcción de un bien colectivo.
¿Tendremos alguna mente brillante que encuentre un equilibrio de Nash en nuestro país? Saltar de un tipo de cambio a otro sin un Estado que articule sectores en función de la distribución de la renta en forma equitativa y progresiva nos dejará girando como a Nash, entre delirio y realidad. Un día Nash volvió y se insertó en la realidad. En Argentina hoy es necesaria una gestión que vea la realidad. Que esa realidad sea analizada y entendida porque los problemas son reales y los instrumentos de política para afrontarlos son muchos.













