Aunque el dólar atraviesa una zona de turbulencias, la economía continúa entregando -a cuentagotas- algunos indicadores positivos. Como era de esperar, después de un año de sequía histórica, es el campo el que viene al rescate de la floja coyuntura. El Estimador Mensual de Actividad (EMAE) cortó doce meses de caída y mostró una variación anual positiva de 2,6%. Pero no fue magia: Agricultura y ganadería tuvo un crecimiento de 49,5%, muy lejos de Transporte y Comunicaciones, que fue el segundo con 1,8%. Comercio, bancos, industria y construcción tuvieron desempeños negativos, y siguen marcando la difícil realidad del consumo. Lo que no hay que olvidar, es que la foto que entregó ayer el Indec corresponde a mayo, un mes en el que todavía no se había plasmado del todo el principal brote verde, la calma cambiaria.

El segundo indicador positivo que tuvo el Gobierno fue la balanza comercial. El superávit comercial de junio, levemente superior a los u$s 1000 millones, continúa siendo el reflejo de un país en recesión. Con 23% de caída en las importaciones, es otra de las razones de que no haya una tensión mayor por el dólar. El día que el ritmo de actividad vuelva a un sendero de normalidad, la Argentina tendrá que tener una solución para ver quien aporta las divisas que hoy faltan.

Es cierto que el agro está en condiciones de entregar más dólares, porque el maíz ahora comparte cartel con la soja y eso se notará más en el último trimestre. Pero la caída de los precios internacionales logró que muchos productores retuvieran granos y oleaginosas a la espera de un mejor momento para vender. El dato frío muestra que en junio las exportaciones crecieron 13,5% en cantidades, pero bajaron 10% en valores.

El tercer indicador del día, la evolución del empleo registrado de mayo, acompaña más al primero que al segundo. Porque la caída de 1,8% tiene su origen en la retracción de la actividad comercial y de la construcción. La complicación para el oficialismo es que este registro tiene impacto directo en el área metropolitana y el Gran Buenos Aires, la región electoralmente más difícil para Mauricio Macri. Está claro que una mejora del agro contribuye a mejorar el humor social en las provincias. Pero la duda que no se despejará al menos hasta el 11 de agosto, es cuánto podría influir ese cambio general en el voto del conurbano profundo.

En el mercado, en tanto, empiezan a aparecer los que prefieren atravesar las PASO más ligeros de activos argentinos, para evitar que el optimismo de las últimas semanas se convierta en un mal negocio. Habrá más movimientos de este tipo en las siguientes dos semanas. Pero no hay que olvidarse que por cada inversor temeroso que vende, hay uno que compra.