Dólar, tasas y las 50 sombras de Peronia: ¿tiempo de Batman?

El teléfono rojo y la Ciudad Gótica. Hacia finales de la semana pasada se observó un tipo de cambio  acercándose al mínimo de la banda, tasas Leliq finalmente intentando operar debajo de 70% y un mercado de bonos y acciones reaccionando positivamente a dicho evento. Si bien el plan del Gobierno es sumamente cortoplacista y carece de cambios estructurales de fondo, todo evento que nos aleje del modo Armagedón y nos conduzca hacia un escenario de mediocridad asistida será bienvenido, dada la gravedad de la coyuntura actual.

Pasar del “modo crisis a un escenario de “mediocridad asistida resulta clave y es lamentablemente, lo mejor a lo que podemos aspirar de caras a las presidenciales del 2019, una especie de estrategia bilardezca con todos colgados del travesaño. Si Argentina puede simultáneamente tranquilizar la dupla tipo de cambio y tasa de interés, quizá tengamos un cierre de año aceptable en renta fija y variable después de lo que ha sido un 2018 brutal en ambos frentes. Queda pendiente, como siempre, una interminable lista de problemas no resueltos y que han sido agravados incluso durante la gestión del presidente Macri, la cual ha sido mala a nivel económico.

En este contexto, tengo la preocupante sensación de que pasadas las elecciones presidenciales otra vez no hay plan y por lo tanto, la estrategia del largo plazo en Peronia será llamar a Batman.

K + M = una performance económica para el Guinness. Cuando el saqueo K colisionó con el gradualismo utópico M llegamos a un punto de quiebre: brutal crisis cambiaria y licuatoria de fines de abril 2018, una joyita de esas con las que Peronia nos deleita cada una década. De golpe, las bicisendas y los metrobuses de Cambiemos, se nos cayeron todos encima y nos dimos cuenta de que estábamos en absoluta bancarrota y lo peor de todo: desde el 28D avivamos a Wall Street de que éramos inviables. Lo cierto es que el mundo entero comenzó a cuestionar a la Argentina en sus debilidades macroeconómicas multidimensionales con una pregunta excluyente: ¿cómo piensan hacer los argentinos para recuperarse de la vieja herencia K y de la nueva y sorprendente herencia M? El 2018 quedará en la historia económica argentina como un año en donde todo lo que pudo salir mal pasó y en donde todo en lo que pudo haberse equivocado un gobierno, ocurrió.

De los benevolentes 225 puntos básicos de riesgo país a inicios de enero hoy nos tropezamos con 600 puntos al filo de los emergentes y off the charts, enfrentando un salto impensado a inicios de año. Y a pesar de que a los argentinos nos gusta coquetear con la idea de sentirnos europeos, Wall Street parecería resaltar nuestra ineludible realidad africana.

El CDS a cinco años de Angola cotiza en 390 puntos, el de Kenia lo hace en 430 puntos y el de Nigeria está en 300. Claramente, el mercado de renta fija internacional hoy nos dice que nuestro riesgo país es superior al promedio africano y seguro que de esto los argentinos no tenemos la culpa, debe haber algún siniestro poder imperialista responsable de semejante descalce relativo.

Maquillaje aparte, el 2018 nos grita cruelmente de que ni siquiera podemos ser África. Lo cierto es que aquí estamos con una economía rota en seductor tono amarillo que intenta rebotar de la mano de Batman, Batichica y cuanto superhéroe pueda ayudarnos, esperando que el dios de la lluvia bendiga la cosecha de abril y que el campo por lo tanto, permita encabezar la salida de la recesión en la que actualmente estamos inmersos, un campo que será esquilmado siempre que alguna cuenta no cierre en esta enrojecida Peronia en la que vivimos. La coyuntura actual le ha restado muchos grados de libertad a la gestión del presidente Macri y lo ha expuesto a la asunción de costos políticos que eran impensados hace sólo un año atrás, momento en el que Cambiemos había ganado contundentemente las elecciones de mitad de mandato y cuando contrario a la expectativa de Wall Street, decidió por un fuerte giro hacia la izquierda socialista que nos ha costado miles de millones de dólares en destrucción de valor de activos a cambio de cero reforma estructural. A esta altura del año entonces surge una pregunta obligada: ¿qué se puede esperar a nivel monetario y macroeconómico de caras a los 12 meses que precederán las elecciones de octubre del año próximo?

En el mejor de los casos suma mediocridad, pero cuidado con el nivel de tasas actuales. Desde fines de abril, Argentina ha sufrido una muy dura crisis cambiaria de la cual todavía no hemos podido salir. La relación cambiaria tiene dos componentes: a) tipo de cambio spot, b) tasas de interés en pesos. Sólo podremos hablar de que la crisis cambiaria culminó cuando ambas variables estén estabilizadas y la realidad actual sólo muestra a un dólar en relativa calma a costo de tasas Leliq intentando alejarse del 70%, lo cual en la circunstancia actual suena a aceptable. Lo cierto es que la relación tipo de cambio y tasas de interés lejos está de haber convergido a un equilibrio y el problema es que cuando se decide en materia de tasas de interés, las mismas tienen un efecto retardado sobre su impacto en la economía. Definir hoy por ejemplo, un nivel de tasa de interés, tendrá un efecto desconocido sobre la economía real a seis meses vista al menos, lo cual implica que si el BCRA se equivoca en el nivel de tasas actuales, los impactos recesivos solo serían evidentes cuando sea tarde o sea, dentro de unos seis meses y con elecciones a la vuelta de la esquina.

Las dos alternativas del Banco Central. Primero, el BCRA podría seguir planchando al dólar para frenar de esa forma significativas presiones inflacionarias adicionales a costa de una sobretasa en pesos que seguiría complicando probablemente a la economía argentina. Segundo, el BCRA por el contrario, podría encarar un cierre de año con tasas bajando más agresivamente y con un dólar que se encaminaría al centro de la banda reaccionando a tasas en descenso a niveles del 50% para las Leliq, por ejemplo.

Tengo la sensación de que planchar al dólar sistemáticamente en el límite inferior de la banda sería un error y más aun con precios internos que ya capturaron un dólar de 40 y en Argentina todo precio que sube no baja más, el costo político de un billete en 40 ya se pagó. En este contexto de sumo estrés político, social y económico, el presidente Macri deberá escoger entre dejar inflacionar un poco más o aceptar una recesión aún más fuerte de la esperada sabiendo que ambos males quitan votos.

La economía del 2019 claramente no beneficiará al presidente Macri y en este contexto tengo la sensación de que mas temprano que tarde el BCRA se acoplará a Hacienda bajando tasas intentando re-oxigenar a una economía que llegará en el mejor de los casos exhibiendo múltiples signos de mediocridad generalizada. Este es claramente un gobierno que dará batalla en las elecciones del 2019 y mi sensación es que a las tasas les queda muy poco oxígeno para mantenerse en los niveles actuales. Una tasa Leliq al 70% y una inflación 2018 en 50%, da una tasa real de 20%, lo cual es altísimo.
 
El riesgo país sigue contaminado por el desequilibrio monetario. El talón de Aquiles de la economía argentina sigue siendo el peso y desde Wall Street entienden que un dólar estable a cambio de tasas cerca de 70% significa la no resolución del problema original con el que nos metimos en la crisis cambiaria de fines de abril. De esta forma, en la medida que el equilibrio se vuelva a acercar hacia un dólar en 40 y tasas en 50%, Wall Street podría empezar a percibir cierta normalidad monetaria de corto plazo y eso podría finalmente lograr que el 5yr CDS de Argentina finalmente se estabilice en el rango 500/600 puntos básicos. Lo observado hacia fines de la semana anterior con tasas Leliq debajo de 70% dio la señal en el sentido correcto: un dólar mas estable y encima tasas a la baja.

En ese contexto, las acciones y los bonos argentinos comenzaron a operar en terreno positivo con el 5yr CDS de Argentina operando sub-600, ojalá podamos mantener esta dinámica. Existe una muy fuerte relación entre tasa de interés en pesos, nivel de actividad y meta fiscal para el 2019. Un BCRA que eventualmente se equivoque con su política de tasas podría lastimar aun mas a la economía argentina y con ello comprometer la meta mas importante de todas: déficit fiscal primario de 0% para el 2019.

Mi sensación es que el FMI nos perdonará todo incluso el no cumplimiento de la meta inflacionaria con excepción del compromiso fiscal. Argentina de cara al Fondo Monetario Internacional y al mundo entero, deberá consistentemente demostrar que somos capaces de lograr un equilibrio a nivel primario y con ello intentar reencausarnos hacia un obligado sendero de compresión de riesgo país que deberá conseguir en solo dos años una reducción de 400 puntos básicos. El esfuerzo que a la Argentina le queda por delante es maratónico y por lo tanto, deberemos en breve mostrarle a la comunidad internacional que somos capaces de recuperar algo que se parezca a un equilibrio monetario y general. Los invito a rezar y a cruzar bien los dedos y si conocen a Batman, llámenlo.

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