

Cada año, cuando llega diciembre, las familias se reúnen para comenzar uno de los rituales más esperados del año: armar el árbol de Navidad. Sin embargo, pocos saben que la elección del 8 de diciembre no es casualidad, sino que tiene un fuerte origen religioso vinculado a la celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Con el paso del tiempo, esta práctica trascendió lo espiritual para convertirse en una tradición cultural que simboliza el inicio de las fiestas, la unión familiar y la llegada del espíritu navideño. Por eso, en muchos países, el armado del árbol marca oficialmente el comienzo de la Navidad.
El significado religioso del 8 de diciembre
El 8 de diciembre, la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, una fecha que conmemora el momento en que la Virgen María fue concebida libre de pecado original. Durante siglos, esta festividad fue considerada el punto de partida del período de preparación espiritual hacia la Navidad, también conocido como Adviento.
En ese contexto, las familias comenzaron a adornar sus hogares con símbolos que representaban esperanza y renovación, como el árbol de Navidad. De este modo, el acto de decorarlo en esta fecha se convirtió en un gesto de devoción y alegría previo al nacimiento del Niño Jesús.
De la tradición religiosa a la costumbre familiar
Aunque su origen es religioso, el armado del árbol de Navidad el 8 de diciembre se consolidó como una costumbre cultural que trasciende credos. En países como Argentina, Colombia, Paraguay y Uruguay, este día es feriado nacional, lo que facilita que las familias se reúnan para decorar juntas sus casas, colocar las luces y dar inicio al espíritu navideño.
El árbol suele mantenerse decorado hasta el 6 de enero, día de Reyes, cuando finaliza oficialmente la temporada festiva. Así, esta tradición, que combina fe, unión familiar y alegría, sigue viva año tras año, recordando el verdadero sentido de la Navidad.









