

Es un flagelo silencioso, ocurre puertas adentro del hogar, suele adoptar formas camaleónicas, muchas veces pasa inadvertido y otras tantas, la sociedad, con dejos de machismo que aún pesisten, llega a naturalizarlo. Las cifras alarman y crecen; sin freno. Sólo el año pasado, en la Argentina 260 mujeres encontraron su muerte de la mano de la violencia doméstica. En fríos números, un 12,5% más que en 2009. En la práctica, las muertes por este delito suman muchas más, pero desde hace tres años no se publican datos oficiales que permitan conocer la magnitud de este mal que atraviesa sin distinción a todas las clases sociales.
El Consejo Nacional de la Mujer, encargado del diseño de políticas públicas sobre la temática, tampoco cuenta con estadísticas fiables. Y su presupuesto es insuficiente para hacer frente al crecimiento de este delito. Para 2011, el organismo recibió una asignación de $ 8.048.053, apenas un 21,2% de aumento respecto de 2010, que no logra compensar los actuales niveles de inflación.
En el Congreso, un paquete de iniciativas que abordan el tema integralmente (desde el orden procesal, penal e institucional) aguarda turno para su tratamiento. Pero la campaña electoral en ciernes dilata los tiempos. Las víctimas no pueden esperar.
"Lamentablemente, el Congreso no funciona por el año electoral, pese a que el tema debería trascender las banderías políticas. Estamos presionando y haciendo todo lo posible para que este año pueda tratarse en la Comisión de Legislación Penal", dice a We el diputado Gustavo Ferrari (Peronismo Federal), autor e impulsor de la iniciativa.
Según La Casa del Encuentro (LCDE), la ONG que se encarga de elaborar a pulmón las pocas estadísticas que se difunden, en lo que va de 2011, ya hay registradas 85 víctimas de violencia doméstica (los datos abarcan los meses de enero, febrero y marzo). Ada Rico, directora y una de las fundadoras de LCDE, detalla que para llegar a esos números, "se monitorean 120 medios de todo el país, así como las agencias de noticias, pero -aclara- no deja de ser una estadística artesanal. Te da un piso, pero nosotros estamos convencidos de que hay un montón de casos que ni siquiera salen en los medios, lo que no quiere decir que no ocurran. Lo que se necesita son más políticas y campañas de prevención y concientización, además de leyes que acompañen", añade.
Precisamente; uno de los proyectos presentados por el diputado Ferrari apunta a incorporar al Código Penal el femicidio -el término con que se designa al homicidio cometido por un hombre contra una mujer por su condición de género y en circunstancia de abuso- como figura penal autónoma y que el femicida o asesino pierda la patria potestad si hay hijos de por medio, algo que no ocurre con la legislación actual.
El informe confeccionado por la ONG indica también que tres de cada 10 mujeres (27%) de las 260 asesinadas durante el año pasado fueron baleadas. El 30% de los femicidios fue cometido por ex parejas, novios o concubinos. Otro 37% murió a manos de parejas, novios y esposos. Es decir, en el 67% de los casos, las mujeres encontraron la muerte entre las cuatro paredes de su hogar. En 27 femicidios se constató la existencia de denuncias contra el varón previas al hecho, y en seis de ellas, éstos tenían orden de exclusión o prohibición de ingresar al hogar que no alcanzaron para desalentarlos.
En ese sentido, otra de las iniciativas que aguarda tratamiento parlamentario refiere a la violación de domicilio y crea un agravante cuando ésta se produce quebrando una medida cautelar. Ferrari también propone la creación de un subsidio para la atención temporaria de necesidades habitacionales y de manutención de las víctimas. "A veces la dependencia emocional, pero también la económica, lleva a las víctimas a no denunciar, por eso es importante el subsidio, para que la mujer que toma la determinación de irse del hogar sea lo más libre posible", explica el diputado.
Raquel Rascovsky, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), explica: La mujer corre serios riesgos cuando denuncia los malos tratos en la comisaría porque inmediatamente se lo cita al marido provocando su ira, que por supuesto descarga contra ella. Y agrega: Esto lleva a las víctimas a no denunciar los abusos, que van desde lo psicológico hasta lo físico y, como hemos leído últimamente, hasta el prenderle fuego.
En efecto; en febrero de 2010, el caso del baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez, acusado de asesinar a su mujer, Wanda Taddei, prendiéndole fuego, conmovió a la sociedad argentina.
Amén de lo que ocurre en el país, la violencia de género es la primera causa de muerte y discapacidad entre mujeres de 15 y 44 años en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
Frente a este panorama, la pregunta se impone: ¿La violencia de género sigue siendo tabú para la sociedad del siglo XXI?
"No tanto. Ha habido, sin duda, un gran avance para que un delito que antes era invisible ahora sea visible. Por suerte, el término "crimen pasional", como se lo calificaba erróneamente en el pasado y que se usaba como atenuante, ha desaparecido de los medios. Es un avance que hoy se hable de violencia doméstica o de género", señala Ferrari.
Con todo, la escalada de este delito continúa. Desde su creación, la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), que depende de la Corte Suprema de Justicia, atendió un promedio de 18 denuncias por día, aunque a un ritmo creciente. Ya en enero de este año, éstas subieron un 25% respecto del mismo mes de 2010 y un 75% contra igual lapso de 2009.
"Es un tema cultural. La legislación solo puede aportar algo a la solución, pero sin cambio cultural, muy dificílmente se puedan lograr avances, sostiene Ferrari, y coincide con Ada Rico en que uno de los factores que hace que la violencia sexista haya ido en aumento tiene que ver con el rol que los medios le asignan a la mujer "al colocarla en lugar de objeto, como cosa de pertenencia, algo que puede verse en algunos programas de televisión".
Desde un abordaje psicológico, la violencia sexista y su aceptación tiene más de un responsable.
"En la pareja hay dos personas, dos víctimas y dos victimarios. La persona que es víctima ejerce también cierto tipo de control sobre el victimario, mientras el victimario cree tener el control. Cada uno trata de controlar al otro para no perderlo", indica Adrián Besuschio, psiquiatra y psicoanalista de APA. Y completa: "Una pareja que tiene problemas de violencia se elige el uno al otro porque tienen características complementarias que son parte de la historia vivencial previa a la formación de la pareja".
En ese sentido, según LCDE, el 90% de las personas involucradas en estos delitos provienen de hogares violentos y han sido víctimas de maltrato y abuso en su hogar, o testigos de la violencia en su familia. "Buscan repetir el mismo tipo de drama familiar como manera de tratar de elaborar el trauma inicial. La repetición es un mecanismo que usa la mente para elaborar traumas infantiles", acota Besuschio.
Los especialistas también concuerdan en desterrar uno de los mitos instalados en torno de la violencia doméstica, según el cual ésta solo ocurre en las clases bajas, entre personas de educación precaria y sin recursos.
"Se da en todos los estratos económicos, con sus especificidades", indica Rascovsky.
"En las villas y lugares donde se vive en condiciones de hacinamiento, la violencia se ve más. Hay mucha más prevalencia del alcohol y la droga, pero en las clases pudientes aumenta mucho la violencia psicológica que tiene un efecto devastador sobre la personalidad", aporta Ferrari.
En la misma línea, Besuschio sostiene que la violencia psicológica está un peldaño por debajo de la física, pero tiene los mismos estímulos. Es igualmente grave porque va en contra de la dignidad humana, de los derechos de las personas, que muchas veces tolera mejor el dolor físico que el dolor mental.
Según datos de la OVD y con relación al tipo de agresión denunciada, la mayor cantidad de casos se corresponde con violencia psicológica (91%), seguido por violencia física (67%), económica (31%) y sexual (13%).
Atento a esta distinción, una de las iniciativas que impulsa Ferrari busca penalizar la violencia psicológica que, en general, suele ser más difícil de probar.
Además de las leyes en estudio para proteger a las mujeres que padecen este flagelo, las medidas de prevención tienen también un rol indispensable que jugar.
En ese sentido, Ada Rico afirma que en el país deberían habilitarse más cantidad de refugios para mujeres golpeadas (en Capital hay sólo tres y en el interior casi no existen), modificar las currículas educativas, donde hoy no es obligatoria la mirada de género y, al mismo tiempo, generar más centros integrales para la mujer como la OVD, pero distribuidos en todas las provincias.
Es fundamental llevar adelante campañas de prevención con spots televisivos, en radio y afiches, insiste Rico, y sostiene que en la medida en que el asesinato de mujeres por violencia doméstica siga en aumento, se requerirá una mayor presión social para que se traten las leyes que necesitamos para ponerle freno. z we










