

Si ingresara a una estación de servicio para cargar combustible en su auto flex y viera que el etanol y la nafta cuestan lo mismo por kilómetro rodado. ¿Cuál sería su elección? A pedido de la Unión de Industria de la Caña de Azúcar (Unica), la consultora Nielsen hizo esa pregunta a un grupo de 600 personas en la ciudad de San Pablo durante los últimos meses: 55% de los entrevistados respondieron que utilizarían nafta y 45% que optarían por el biocombustible.
Aunque no sorprende, el resultado es significativo especialmente en función de las estrategias del sector de producción de caña de azúcar para valorizar su producto. Indica que el precio es el principal factor que se toma en cuenta para definir qué combustible utilizar.
Pero gran parte de los que andan en vehículos, por convicción o desconocimiento, cree que no es suficiente que el litro de etanol cueste 70% del precio de la nafta, considerado el punto de equilibrio económico para su competitividad energética. Para ese sector, el etanol tiene que costar menos, a pesar de las ventajas que tiene, como el mejor impacto en el ambiente, un beneficio que se reconoce en todo el mundo.
Para Unica, que representa 90% de las plantas de azúcar y alcohol de Brasil, esa percepción se originó entre los años 2007 y 2009, cuando el consumo de etanol explotó en el mercado brasileño. El exceso de oferta en el mercado interno derribó los precios al consumidor a niveles extremadamente ventajosos para los automovilistas en comparación con los de la nafta. Ese buen recuerdo no habría abandonado la cabeza de los brasileños.
Entre los entrevistados que utilizan etanol de forma regular, 64% citaron el precio entre los principales factores de estímulo para tomar sus decisiones. Entre quienes utilizan nafta, el porcentaje es de 29%.
El bolsillo vuelve a ser el punto central entre los consumidores que migraron del combustible fósil al etanol en los tres meses anteriores a la encuesta, que se concluyó en octubre. Entre los participantes del sondeo que utilizan el biocombustible, 7% migraron en el último trimestre y, de ese universo, 71% revelaron que ese cambio tuvo que ver sobre todo con el precio. De los que usan nafta, 8% pasaron en el trimestre anterior al trabajo, y el precio, que controla el gobierno federal, pesó más para el 53%.
Si la fuerza del factor precio puede considerarse normal, otros argumentos destacados por los consumidores de nafta en defensa de su opción sorprendieron y remiten a la década de 1970. Uno de los problemas que las personas citan hasta hoy y atribuyen al etanol, a pesar de la evolución tecnológica de los motores, es el obstáculo que tuvo que superar el programa Proalcool en esa época para afirmarse, que fue que los automovilistas tenían que esperar algunos minutos para que el vehículo calentara y arrancara, principalmente en días fríos.
El estudio captó esa herencia en la etapa que medía la calidad, cuando eligió a cuatro consumidores estándar, como explica el director de encuestas de Nielsen, Thiago Maia. Por lo que resulta imposible saber cuántos de los 600 entrevistados mencionarían problemas como ese.










