

Después de 23 días de crisis, la presidenta brasileña Dilma Rousseff, le pidió la renuncia ayer al ministro Antonio Palocci y nombró en su lugar a la senadora Gleisi Hoffmann, del gubernamental Partido de los Trabajadores (PT) del estado de Paraná, para dirigir la Casa Civil.
Palocci perdió el apoyo de la mayoría del PT. Su permanencia en el puesto amenazaba llevar al gobierno de Dilma a una crisis en el Congreso, a pesar de la amplia mayoría que tiene la alianza que respalda a la mandataria.
Existía el riesgo de que la oposición consiguiera reunir el número necesario de firmas para instalar una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) con el objetivo de indagar sobre el enriquecimiento de Palocci.
El vicepresidente Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), recibió la noticia de la boca de Rousseff en el final de la tarde. Los caciques del PMDB tenían planeado reunirse a la noche para evaluar la nueva configuración política del gobierno, del que la agrupación continúa distante.
Hoffmann argumenta que el oficialismo tiene que hacer valer su mayoría en el Congreso, siempre que sea necesario.
La nueva ministra, por ejemplo, cree que el gobierno debe votar rápidamente el Código Forestal, tal vez en agosto, como quiere la presidenta.
Temer afirmó a los aliados que la nominación de Hoffmann tenía al menos un mérito, el de ser una elección de la presidenta y no una imposición del PT de San Pablo. De hecho, Hoffmann mantiene relaciones con Rousseff desde hace mucho tiempo.
Dilma integraba el consejo de administración de Itaipú Binacional, mientras Hoffmann era directora financiera de la empresa. Pero lo cierto es que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue decisivo en la definición. Además de amigo de Hoffmann, la senadora es mujer de su ex ministro de Planificación Paulo Bernardo, actualmente en Comunicaciones.
El PT paulista perdió al ministro mejor posicionado de Brasil -la Casa Civil es el corazón del gobierno-, pero la elección de su sucesora tuvo el aval del presidente del partido, el diputado estadual Rui Falcao, que participó de todas las etapas de las negociaciones que culminaron con la salida de Palocci y el nombramiento de la senadora. Lula intentó mantener a Palocci en el cargo hasta que quedó claro que no reunía más condiciones políticas de permanecer.
La nueva ministra es una técnica, especialista en presupuesto, pero no debe restringir su participación política en el gobierno. Hoffmann aprueba una máxima política común en el Congreso, según la cual oposición habla y gobierno vota. La ministra designada está a favor de que el PT participe del debate político y no se achique cuando está bajo el ataque de la oposición, como ocurrió durante la crisis que desencadenó el caso de Palocci.
El mayor temor de Hoffmann, en ese período, era que el gobierno quedara rehén del PMDB, frente a un Palocci debilitado. Como senadora, creía que el PT y el gobierno estaban desgastándose mucho, lo que sólo valdría la pena si se consideraba a Palocci un sostén de peso del gobierno, lo que ella no creía, según pudo saber Valor.
Con respecto a la gestión del gobierno, la nueva ministra tiene ideas bastante claras. Condena, por ejemplo, la lenidad de algunos de sus ahora colegas de gobierno con el corporativismo, según pudo saber Valor. Sin embargo, cree que el Ministerio de Coordinación Política y Relaciones Institucionales, ocupado por el petista Luiz Sergio (de Rio de Janeiro), debe fortalecerse.
Palocci tenía la carta de dimisión preparada en las primeras horas de la tarde. El ex ministro perdió apoyo en su partido en el momento en que se divulgó un reportaje del diario Folha de S.Paulo sobre la evolución de su patrimonio, multiplicado por 20 en cuatro años.
El movimiento para que el gobierno aprovechara el desgaste del jefe de la Casa Civil e hiciera una limpieza en la coordinación política comenzó por un ex presidente del PT, Ricardo Berzoini, después encontró resonancia en el ex presidente de Diputados, Arlindo Chinaglia -ambos de San Pablo-y en las corrientes Mensaje y DS.
Berzoini fue uno de los petistas que más perdieron espacio en el cambio de gobierno. Ejercía una fuente influencia en el área de los bancos estatales y fondos de pensión desde el gobierno del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, pero cuando asumió Rousseff perdió espacio.
Las explicaciones brindadas
por Palocci el viernes, indicaban que el ministro preparaba el camino para su salida, mientras decía que no había una crisis en el gobierno, que el problema era para él. Lo que Dilma y sus principales aliados constataron a lo largo del fin de semana fue que, al contrario, la crisis estaba en el gobierno y amenazaba con profundizarse.










