

Durante décadas, el fondo del Océano Atlántico contuvo más de 200,000 barriles con residuos radiactivos, arrojados deliberadamente por países europeos entre 1946 y 1990. Sellados en cemento o betún, estos contenedores descansan a más de 4.000 metros de profundidad, a unos 600 kilómetros de la costa de Nantes, Francia.
Hoy, la incertidumbre sobre su estado y el impacto ambiental que podrían estar generando impulsa una misión científica sin precedentes. Francia, a través de sus organismos de investigación pública, lidera una operación de alto nivel para cartografiar, localizar y analizar estos residuos, en lo que podría convertirse en el primer intento de recuperación parcial de desechos radiactivos sumergidos en alta mar.
Alerta máxima: expertos descubren 200 mil barriles radiactivos y tóxicos en el fondo del océano
El próximo 15 de junio de 2025 comenzará oficialmente la misión NODSSUM (Non Dispersive Sub-Sea Monitoring), organizada por el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), en colaboración con el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer) y la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN). El objetivo es ubicar los barriles depositados durante décadas en el noreste del Atlántico, cerca de la zona conocida como la falla de Hespérides.
La primera etapa de la misión consistirá en cartografiar una superficie de 6.000 kilómetros cuadrados del lecho marino, utilizando un sonar multihaz de alta resolución y el vehículo submarino autónomoUlyX. Esta etapa permitirá determinar la distribución real de los contenedores, cuya localización exacta se desconoce debido a la escasa documentación de los vertidos originales.

El UlyX también tomará muestras de agua, sedimentos y organismos marinos para detectar la presencia de radionúclidos y evaluar el grado de contaminación. Según el CNRS, esta información será clave para determinar el riesgo ecológico actual y diseñar posibles intervenciones futuras.
¿Qué tan peligrosos son estos barriles radiactivos?
La segunda fase de NODSSUM incluirá la inspección directa de los barriles mediante sumergibles operados remotamente. Esta etapa permitirá evaluar el estado físico de los contenedores y verificar si existe fuga de materiales radiactivos.

El CNRS informó que todos los datos obtenidos durante las dos fases serán accesibles públicamente a través de una plataforma digital. El propósito es ofrecer transparencia a la comunidad científica y al público, y permitir el seguimiento independiente de la evolución de esta amenaza ambiental.











