Neurotecnología

La inteligencia artificial como herramienta cerebral: la delgada línea entre ética, medicina y su comercialización

La neurociencia computacional es un avance inevitable de la tecnología y la Inteligencia Artificial en la medicina estadounidense. Los implantes cerebrales podrían ser la solución a graves enfermedades, pero ¿Cuál es el límite entre su uso médico y comercial?

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"Gente común", el primer episodio de la última temporada de "Black Mirror", la serie que explora el impacto y la evolución de la tecnología en la sociedad con una mirada distópica, nos muestra a un matrimonio que accede al uso de un implante cerebral para restaurar todas las capacidades de la esposa tras haber quedado en coma. Pero la falta de regulación federal sobre el uso de estos chips como insumos médicos y los intereses económicos de las industrias, terminan por deteriorar su calidad de vida e invadir su autonomía dejando a la vista el aspecto más oscuro de la "tecnificación" de la salud y la desigualdad social.

Estados Unidos es la cuna de la Inteligencia Artificial (IA) y del desarrollo de su campo de estudio, que se centró en la creación de máquinas con capacidad de pensamiento humano. Pensado inicialmente para simplificar procesos y automatizar tareas, ahora esta tecnología está incursionando en la medicina. Actualmente, el país lleva la delantera en el desarrollo de tecnología de Interfaz Cerebro-Computadora (BCI) también llamados implantes cerebrales. Existe un debate sobre los límites éticos que deben trazarse entre la innovación de herramientas en beneficio de la salud y la proyección para aumentar la funciones neurológicas.

¿Cómo funcionan los implantes cerebrales?¿Es posible controlar a las personas con chips de inteligencia artificial?¿Quién es responsable por una posible falla cerebral?¿Los médicos o las empresas?

La Inteligencia Artificial avanza en la medicina con el desarrollo de la tecnología Interfaz Cerebro-Computadora (BCI) o implantes cerebrales. Fuente: Archivo.

La IA en la neurociencia: cómo funciona un implante cerebral y para qué sirve

La neurociencia computacional es la rama de la neurociencia que estudia la relación entre el cerebro y el sistema nervioso con herramientas informáticas para comprender el procesamiento de la información y la toma de decisiones. Esta disciplina trabaja directamente con el uso de tecnología de Interfaz Cerebro-Computadora (BCI), o Brain-computer Interface como se lo conoce en inglés. Se trata de dispositivos que se colocan en el cerebro y pueden ser no implantables (no invasivos) o implantables (invasivos). Estos pequeños aparatos, casi imperceptibles comparándolos con el tamaño del dedo pulgar, utilizan algoritmos de IA para interpretar la señal cerebral y transmitir la información de tal manera que pueda ser comprendida por una computadora.

"Las interfaces cerebro-computadora implantables son dispositivos que requieren algún tipo de cirugía u operación para colocar un sensor directamente sobre el cerebro o muy cerca de él", explicó Daniel Rubin, Instructor de Neurología en la Facultad de Medicina de Harvard y neurólogo especializado en BrainGate (equipo de investigación en el desarrollo de tecnologías de BCI). 

Existen diversos tipos de BCI desarrollados en Estados Unidos. Neuralink, compañía de Elon Musk, innovó con hilos que se desprenden del dispositivos y se adhieren al cerebro mediante una cirugía robótica. Fuente: Archivo.

El desarrollo de esta tecnología en Estados Unidos se encuentra en la etapa inicial (realizando los primeros ensayos humanos) y se fabrican con el objetivo de restaurar la comunicación y la movilidad en los pacientes con enfermedades neurológicas como párkinson, epilepsia, parálisis o lesión medular a causa ELA o un ACV. Los electrodos emitidos por el implante permiten el registro de las señales neuronales y la activación del sistema informático que intenta controlar la tecnología asistiva, para que el paciente pueda restaurar la comunicación o la movilidad.

Como sabemos, el párkinson es un trastorno degenerativo del sistema nervioso central que afecta principalmente a las células cerebrales, "se pierde el mecanismo de freno" de la parte del cerebro que coordina el movimiento muscular. Por lo que un BCI "Introduce una señal eléctrica en el cerebro en el punto relacionado con el mecanismo del movimiento para calmarlo. Permite a los pacientes tener una mejor capacidad para caminar, alimentarse o simplemente realizar su vida cotidiana o sus actividades diarias", explicó el Dr. Sean Pauzauskie, neurólogo y director médico de la fundación Neurorights, dedicada a concientizar sobre las implicaciones éticas de la nanotecnología y a defender los derechos humanos de los pacientes.

A pesar de ser una tecnología incipiente, los expertos señalaron que hay aproximadamente 1,000 pacientes en el país que están siendo evaluados con estos dispositivos. Noland Arbaugh es el primer paciente de Neuralink, la compañía de implantes cerebrales de Elon Musk, y, a diferencia de otros, decidió hacer pública su identidad para compartir con el mundo su experiencia recuperando autonomía en actividades que consideraba perdidas tras su accidente.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) reaccionó con escepticismo a la fundación de Neuralink debido a la falta de evidencia preclínica (experimento en animales) y la utilización innovadora de implantes con hilos que "se cosen en la superficie del cerebro con una pequeña máquina de coser robótica", explicó Rubin. Musk recibió la aprobación de los ensayos médicos hace un año.

La vida después de la cirugía: ¿El paciente tiene autonomía de la IA?

Arbaugh sufrió una lesión medular en el 2016 mientras nadaba en un lago artificial con sus amigos. Tras zambullirse en el agua recibió un fuerte golpe en el lado izquierdo de su cabeza que dañó gravemente dos de sus vértebras (C4-C5). En consecuencia, quedó tetrapléjico perdiendo la movilidad de su cuerpo desde los hombros para abajo.

Se convirtió en el primer paciente de Neuralink en enero del 2024 tras haberse sometido a la cirugía para recibir el implante cerebral. El paciente se encuentra en un plan de prueba de seis años que tendrá vigencia hasta el 2030, pasado ese tiempo deberá retirarse el implante o la compañía tiene la potestad de desactivarlo, según explicó en diálogo con El Cronista.

No podrá volver a tener acceso al implante hasta que Neuralink tenga la autorización para lanzarlo públicamente como un insumo médico. Es decir, responde a normativas legales, pero tampoco es seguro que la empresa le brindará acceso a esta tecnología por haber sido un eslabón clave de los ensayos humanos.

Tras la intervención no sólo pudo reconectarse con su familia y sus amigos, sino que recuperó algunas de sus actividades y, actualmente, puede utilizar la redes sociales y jugar videojuegos usando su mente. "Siento que soy capaz de hacer muchas más cosas que me encantaban hacer antes, leer y jugar videojuegos. Controlo una computadora con mi mente, cualquier cosa que hago en una computadora la hago a través del chip Neuralink", expresó.

Los buenos resultados que las investigaciones están percibiendo, según los neurólogos, están relacionados con el rápido avance de la IA en la medicina. Pero, a su vez, se plantean varios interrogantes sobre la seguridad y privacidad del paciente. ¿Es posible controlar a los humanos a través de esta tecnología? Al tratarse de un sistema computacional que vincula el implante con una computadora que recibe estímulos y almacena información, la respuesta más sencilla sería sí. Pauzauskie explica que "Sí, es una gran preocupación. Si tienes una línea directa de acceso al cerebro de alguien y la capacidad de estimular la actividad cerebral de esa persona, entonces podrías tener la capacidad de controlar su actividad cerebral". Un ejemplo distópico que muestra "Gente común" es cuando la compañía de implantes utiliza a sus pacientes para interrumpir su actividad y emitir una publicidad comercial a través de su cerebro.

Arbaugh tiene la autoridad de negarse a determinados estudios, aunque por el momento no lo hizo, y de abandonar voluntariamente los ensayos cuando él decida. Sin embargo, en lo que respecta a las responsabilidades médicas señaló que cree que "recaería en Neuralink, pero hay un cierto nivel de consentimiento. Creo que en la mayoría de los casos no será culpa de Neuralink y en casos muy limitados y extremos la compañía tendría que asumir cierta responsabilidad".

La recolección de datos personales para beneficio de las grandes empresas es una inquietud que recrudeció socialmente desde la pandemia. Un sector específico denunciaba de manera conspiratoria que el gobierno utilizaba las vacunas para controlar a la población. De esta forma, la intervención cerebral de las empresas mediante los implantes será un fuerte tema de debate.

Noland Arbaugh está en un período de prueba que durará hasta el 2030, llegado ese tiempo no podrá volver a usar el implante hasta que Neuralink lo lance públicamente. Fuente: Archivo.

Arbaugh aseguró a este medio que ahora su preocupación no está enfocada en cuán protegida está su privacidad, ya que "Confío en Neuralink y en que tienen un buen sistema de seguridad con todos mis datos protegidos en algún lugar", manifestó. Pero no descarta la necesidad de una discusión en el futuro que abarque dicho tópico.

El debate que genera la grieta: las implicaciones éticas de los implantes cerebrales

Como cualquier tecnología disruptiva, la Inteligencia Artificial no pidió permiso y avanza mucho más rápido que las leyes y regulaciones que deberían aplicarse para proteger a todos los ciudadanos y prevenir el mal uso de estas herramientas para beneficio individual o empresarial. Desde la fundación Neurorights, Pauzauskie junto a sus colegas está trabajando para incorporar cinco "neuroderechos" en el derecho internacional y dentro de los marcos jurídicos nacionales para proteger los derechos humanos del posible mal uso o abuso de la neurotecnología. El neurólogo fue el impulsor de la Ley de Protección de la Privacidad de Datos Biológicos (House Bill 24-1058) en Colorado y ahora trabaja "para lograr una ley federal que proteja los datos neuronales en todos los Estados Unidos".

Actualmente y desde 1996, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) promulgó la Ley de Portabilidad y Responsabilidad de Seguro de Salud a nivel federal, pero se trata del estándar nacional mínimo de protección de datos de la salud. Por lo que, y a raíz de que sólo 20 estados cuentan con leyes de privacidad, el director médico de Neurorights insiste en la necesidad de una ley precisamente para la información neurológica de los pacientes.

En el campo de las interfaces de Cerebro-Computadora la preocupación se ubica en la regulación de la producción y venta de estos productos como insumos médicos o de uso comercial. Por el momento, la FDA calificó a esta tecnología como dispositivos de alto riesgo o Clase III y aprobó diversas instancias de los estudios a distintas compañías en el país que incluyen desde la autorización de reclutamiento para los ensayos hasta la autorización de ensayos en curso como es el caso de Neuralink. Es decir, el gobierno regula esta tecnología como insumo médico, pero ¿Qué pasa si en un futuro sale al mercado como tecnología comercial?

La robotización de la humanidad y las consecuencias de frivolizar la IA

Si bien por el momento los ensayos humanos se prueban en pacientes con discapacidades o enfermedades neurológicas, no se descarta la posibilidad futura de que los chips se implanten en personas saludables sólo para aumentar sus capacidades como la memoria o la productividad. Mientras Rubin y Arbaugh no se oponen a la idea, el Dr. Pauzauskie expresó que provocará, presentando un ejemplo hipotético y teórico, "una sociedad desigual, en la que algunas personas tienen dispositivos que mejoran su memoria más allá de la capacidad humana normal o les dan un tiempo de reacción especial".

Asimismo, la comercialización de BCI como insumo de venta libre abre la posibilidad a "vacíos en la legislación federal". En el caso de que un paciente presente problemas con el chip, Pauzauskie señala que "sería obligación de la compañía, del cirujano o de la persona que realizó el procedimiento retirar el dispositivo".

La comunidad neurológica estadounidense abre el debate sobre la forma más segura de cuidar los datos neurológicos de los pacientes con BCI. Fuente: Archivo.

Según Arbaugh, los implantes de Neuralink podrían salir al mercado "de manera optimista, en los próximos 10 a 20 años a más tardar", pero Estados Unidos aún tiene un largo camino para sellar las grietas de este debate y esclarecer si las funciones médicas realmente prevalecerán por sobre los intereses comerciales.



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