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Un hallazgo científico del siglo acaba de cambiar lo que se sabía sobre la reproducción y la evolución de los dinosaurios: científicos descubrieron un “reloj oculto” dentro de huevos que permite datarlos con una precisión inédita. La técnica ofrece, por primera vez, una forma directa de determinar la edad de yacimientos fósiles sin depender de materiales externos.

El estudio, publicado en Communications Earth & Environment y liderado por el geólogo Ryan Tucker, demuestra que las cáscaras de huevos fosilizados conservan señales químicas que funcionan como un reloj natural. Este avance abre una nueva etapa para la paleontología, especialmente en sitios donde los métodos clásicos nunca lograron resultados confiables.

¿Qué es el “reloj oculto” dentro de los huevos de dinosaurio?

El “reloj oculto” se encuentra en la calcita de las cáscaras de los huevos fosilizados, donde quedan atrapadas diminutas cantidades de uranio y plomo. Al desintegrarse a ritmos conocidos, estos elementos permiten aplicar un método de datación radiométrica directa, algo que hasta ahora era casi imposible en restos biológicos.

A diferencia de técnicas tradicionales, que dependen de cenizas volcánicas o minerales cercanos -como el circón- este sistema analiza el propio fósil. Según los investigadores, esto resuelve uno de los mayores problemas históricos de la disciplina: no saber con precisión cuándo se formaron muchos restos de dinosaurios.

El “reloj oculto” se encuentra en la calcita de las cáscaras de los huevos fosilizados, donde quedan atrapadas diminutas cantidades de uranio y plomo. Fuente: archivo.
El “reloj oculto” se encuentra en la calcita de las cáscaras de los huevos fosilizados, donde quedan atrapadas diminutas cantidades de uranio y plomo. Fuente: archivo.

¿Por qué este hallazgo científico cambia todo lo que se sabía sobre los dinosaurios?

La técnica fue probada con éxito en huevos de dinosaurio hallados en Utah y en el desierto del Gobi, en Mongolia. En este último caso, los científicos lograron fechar directamente un sitio emblemático con nidos y huevos, estableciendo una antigüedad aproximada de 75 millones de años, con un margen de error cercano al 5%.

Este avance permite reconstruir con mayor exactitud la evolución de los dinosaurios y los ecosistemas en los que vivieron. Al contar con fechas directas, los investigadores pueden entender mejor cómo y cuándo surgieron determinadas especies, cómo se adaptaron al ambiente y cómo interactuaron entre sí, algo que hasta ahora estaba limitado por la falta de datos cronológicos confiables.