Perder peso no depende solo de la dieta o el ejercicio. Un estudio de la Universidad de California en San Diego, publicado en Nature, demuestra que el sistema inmunológico puede actuar como un freno biológico cuando el cuerpo percibe una amenaza.

Este mecanismo, que ayudó a nuestros ancestros a sobrevivir, hoy complica la pérdida de peso en un mundo con exceso de calorías.

Cómo actúa el sistema inmunológico sobre la grasa

Los investigadores descubrieron que, en situaciones de estrés fisiológico como el frío, los neutrófilos —un tipo de glóbulo blanco— se infiltran en el tejido adiposo.

Allí liberan señales químicas que reducen la descomposición de la grasa y ralentizan la quema de energía. Es decir que el cuerpo activa defensas para conservar sus reservas.

Este comportamiento tiene raíces evolutivas: en épocas de escasez, mantener la grasa era vital para sobrevivir. Hoy, sin embargo, este mecanismo se convierte en un obstáculo para quienes buscan adelgazar.

¿Por qué perder peso es tan difícil?

Expertos citados por The Conversation explican que el organismo interpreta la pérdida de peso como una amenaza y responde con tres acciones clave:

  • Aumenta las hormonas del hambre, lo que incrementa el apetito.
  • Se intensifican los antojos, especialmente de alimentos calóricos.
  • Disminuye el gasto energético, haciendo más lento el metabolismo.
  • Problemas hormonales: Alteraciones en hormonas como la insulina, el cortisol o la tiroides pueden impedir que el cuerpo queme grasa de forma eficiente. El hipotiroidismo, por ejemplo, reduce el gasto energético y provoca aumento de peso.
  • Falta de sueño: Dormir poco altera las hormonas que regulan el hambre y la saciedad. Esto provoca más apetito y menor control sobre las porciones, lo que impacta en el peso.
  • Genética y metabolismo lento: La predisposición genética influye en cómo el cuerpo almacena y quema energía. Algunas personas tienen un metabolismo naturalmente más lento, lo que hace que necesiten más esfuerzo para perder peso.

Estas adaptaciones, útiles en el pasado, hoy chocan con la abundancia de comida ultraprocesada y estilos de vida sedentarios.

Nuevas estrategias contra la obesidad

El hallazgo abre una vía prometedora para diseñar tratamientos que modulen esta interacción entre células inmunológicas y tejido adiposo. El objetivo es doble:

  • Combatir la obesidad y los trastornos metabólicos.
  • Ayudar a pacientes con pérdida de peso involuntaria, como ocurre en la caquexia.

Para mejorar la pérdida de peso y reducir la inflamación, no basta con controlar las calorías: la calidad de los alimentos es clave. Los expertos sugieren incorporar productos ricos en antioxidantes y grasas saludables que ayudan a regular procesos inflamatorios y favorecen el metabolismo.

Alimentos recomendados:

  • Frutas rojas (arándanos, frutillas, frambuesas): aportan antioxidantes que combaten el estrés celular.
  • Verduras de hoja verde (espinaca, kale, acelga): ricas en fibra y micronutrientes que reducen la inflamación.
  • Pescados grasos (salmón, sardina, caballa): fuente de omega-3, que mejora la salud metabólica.
  • Aceite de oliva extra virgen: grasa saludable que ayuda a controlar la respuesta inflamatoria.
  • Frutos secos (almendras, nueces): aportan proteínas y grasas buenas que sacian y regulan el apetito.
  • Legumbres (lentejas, garbanzos): ricas en fibra y proteínas vegetales, ideales para mantener la saciedad.

Evitar ultraprocesados y azúcares simples es igual de importante, ya que estos alimentos disparan la inflamación y dificultan la pérdida de peso.