

El economista Nobel Robert Lucas demostró las implicancias del aprendizaje en el trabajo sobre la productividad humana. La conclusión: cuanto más aumenta la experiencia de los equipos de trabajo, más se reduce la cantidad de trabajo necesario para completar una unidad adicional de producto. Si bien Lucas tomó como ejemplo astilleros que fabricaban buques durante la Segunda Guerra Mundial, los conceptos que plantea tienen amplia aplicación. Mayor productividad humana permite, en definitiva, mayor acceso a bienes y servicios por parte de la población.
Hemos hecho algunos estudios sobre esta problemática. Uno de ellos se centra en la instalación de torres para la transmisión inalámbrica de datos. El porcentaje de defectos en este tipo de instalaciones desciende conforme el equipo de trabajo acumula experiencia (medida como el número acumulado de torres instaladas).
La curva de aprendizaje es bien marcada, en particular en los estadios iniciales de acumulación de experiencia. El aprender haciendo resulta una poderosa herramienta para la mejora paulatina en las habilidades de la población de un país.
Lo anterior tiene implicancias para el diseño de políticas laborales. Si queremos mejorar las habilidades de los des- o sub-empleados es clave darles la posibilidad de trabajar. Parece obvio, pero va a contrapelo de la mayor parte de las políticas relativas al mercado laboral implementadas durante la última década.
Según un estudio de Juan Luis Bour de FIEL, la década de 2000 se caracteriza por un crecimiento en la oferta laboral menor a la de las dos décadas previas. Esta reducción es el resultado de la permanencia en el tiempo de subsidios que, si bien pueden ser justificados en situaciones de emergencia, tienen efectos contraproducentes cuando esta emergencia desaparece. Menor inserción de la población en empleos genuinos resulta en un paulatino deterioro en la empleabilidad.
En los últimos años, la más importante fuente de creación de empleo fue el sector público. Aunque hay excepciones, el aprendizaje que logra quien trabaja en una fábrica, una agroindustrial o una logística es mayor que en una oficina pública. Esto no implica una crítica al empleo público per-se sino que señala que una porción importante del empleo público creado recientemente obedece más a razones clientelares.
La débil inserción de muchos argentinos en empleos productivos tiene serias consecuencias sobre el aprendizaje y la acumulación de capital humano. La creciente litigiosidad, el aumento en el poder de los sindicatos, los impuestos al trabajo y la permanencia de subsidios son todos aspectos que frenan la incorporación de trabajadores al mundo de la empresa. Frenan la adquisición de conocimientos, hábitos y actitudes fundamentales para participar en forma plena en el proceso productivo. Son las pymes, en particular, las que tienen la oportunidad de ser el punto de partida para que miles de argentinos aumenten sus habilidades y, por lo tanto, su empleabilidad y posibilidades de progreso.














