

En el último año se puso de moda analizar las razones de la debilidad de la recuperación económica que siguió a la recesión de 2007-09 en Estados Unidos. Esta pregunta ha cobrado particular importancia en el contexto de la campaña electoral. Varios observadores han apuntado al alto nivel de desempleo y a la baja tasa de crecimiento como responsables por lo cerrado de la contienda electoral.
Pero ¿la recuperación ha sido lenta en comparación con qué? En un trabajo reciente los economistas Michael Bordo y Joe Haubrich examinaron las características de las recuperaciones que siguieron a recesiones asociadas con crisis financieras en la economía norteamericana desde 1880. Su conclusión es que esas recuperaciones fueron rápidas y vigorosas, lo que contrasta con la situación actual. Mientras que la tasa de crecimiento promedio en los cuatro trimestres que siguieron al fin de las ocho recesiones que identifican superó ligeramente el 8%, la recuperación actual el crecimiento apenas superó el 2%.
Esta conclusión fue refutada por otros analistas con el argumento de que la muestra con la que Bordo y Haubrich trabajan no es representativa de la situación actual. Un artículo reciente de Carmen Reinhard y Kenneth Rogoff, por ejemplo, señala que si se excluyen los episodios de recesión con crisis financiera relativamente menores, la conclusión de Bordo y Haubrich no se sostiene. Para Reinhard y Rogoff desde 1870 hubieron sólo cuatro recesiones cum crisis financieras sistémicas (las de 1873, 1893, 1907 y la Gran Depresión) y la recuperación de la recesión 2007-09 no se compara desfavorablemente con ninguna de ellas.
En otro artículo reciente Moritz Schularick y Alan Taylor analizan los ciclos y recesiones de catorce economías avanzadas en los últimos 140 años. Los autores se preguntan si las recesiones asociadas con crisis financieras han sido más traumáticas que las recesiones normales, y si la inflación de crédito que tiene lugar durante el período expansivo influye en la gravedad de la fase recesiva posterior. Las respuestas que encuentran para ambos interrogantes son positivas. Según sus estimaciones, cuando se toma en consideración el nivel de inflación del crédito (incluyendo el crédito concedido fuera del sistema bancario) que precedió a la recesión 2007-09, el desempeño de la economía norteamericana durante la recuperación actual es más que aceptable según la experiencia histórica.
Estas contrastantes lecturas de realidad no son indiferentes a la hora de evaluar los resultados de la política económica del presidente Obama. Los que tienen una visión negativa sobre la presente recuperación tienden a atribuir el mal desempeño a la política económica de la Administración demócrata. En la vereda de enfrente explican la debilidad de la presente recuperación por la gravedad de los problemas acumulados a lo largo de dos administraciones republicanas. Estos analistas sugieren, además, que fue la resuelta respuesta de política que la Administración Obama dio a la crisis en los primeros meses de su gestión lo que permitió evitar una debacle financiera que hubiera tenido consecuencias aún más catastróficas.
En cualquier caso, y como lo ha mostrado lo cerrado de la campaña electoral, para el presidente Barack Obama no ha resultado sencillo convencer al electorado norteamericano de que si bien las cosas no están bien, sin el aporte de su administración habrían estado mucho peor.










