La medicina estética atraviesa una transformación profunda. Desde la irrupción de la tecnología en todas las industrias, la estética dejó atrás la lógica de “dar forma” para concentrarse en entender —y trabajar— sobre la biología del tejido. La combinación de nuevas moléculas, conocimiento celular y tecnologías láser abrió la puerta a intervenciones menos invasivas y más saludables.

“Hoy entendemos a la estética desde el punto de vista de la biología del tejido”, explicó María Julia de la Torre, médica estética especializada en tratamientos láser e inyectables de EF Medical Group. Según detalló, “los avances científicos permitieron comprender cómo funcionan las células y cómo interactúan las moléculas exógenas con el organismo, lo que deriva en resultados más precisos y sostenibles”.

Recordó que, antes, la estética se enfocaba en “actos más artísticos” que buscaban voluminizar o modificar formas específicas. “Ahora vamos por un camino opuesto. Buscamos un resultado estético, pero preservando y estimulando los tejidos”, sostuvo.

Ese cambio está impulsado por la bioestimulación, detalló. Es una rama que utiliza moléculas capaces de activar procesos celulares naturales. Esas sustancias, sumadas a dispositivos cada vez más sofisticados, redefinieron la práctica. Los láseres, por ejemplo, “permiten abordar problemas que antes eran imposibles de tratar sin secuelas. Desde vasos sanguíneos superficiales, afecciones vinculadas a la rosácea, manchas y malformaciones. Nos permiten trabajar objetivos específicos y lograr cambios selectivos en el tejido”, señaló.

Ese nivel de precisión también habilita nuevos abordajes: desde eliminar tatuajes hasta corregir malformaciones faciales sin dejar cicatriz. Para De la Torre, este camino marca un salto hacia un envejecimiento más saludable, donde el objetivo ya no es transformar el rostro sino acompañar su evolución natural mediante estímulos biológicos y tecnología inteligente.