Invertir en una franquicia de comida rápida 'alternativa' (por fuera de las populares McDonald's o Burger) en la Argentina implica entrar en un negocio con el respaldo de una marca ya instalada, algo que para muchos emprendedores resulta más atractivo que abrir un local propio desde cero, donde los riesgos son más altos y la curva de aprendizaje más extensa. Este formato ofrece un modelo probado y una red de soporte que hacen que la operación sea más previsible. El costo total de inversión para poner en marcha una cadena de comida rápida puede variar entre $ 15 millones y $ 600 millones, aunque el monto depende de factores como la ubicación, los horarios de apertura y la competencia en la zona. La inversión inicial para abrir un local bajo el sistema de franquicia se trata de montos que superan los de un emprendimiento gastronómico independiente. En el caso de John's Burgers, se requiere una inversión cercana a los u$s 80.000, que contempla obras, habilitaciones, equipamiento y un stock inicial de alrededor de u$s 8000. De ese monto, u$s 20.000 corresponden al canon de ingreso, el cual incluye el acceso al sistema de trabajo, la capacitación, las acciones de marketing de apertura y la posibilidad de operar con una franquicia llave en mano. Chicken Chill demanda un desembolso total desde u$s 120.000. Dentro de ese monto se incluye el acondicionamiento del local y el stock necesario para el inicio de operaciones. El canon de ingreso es de u$s 15.000 y cubre el desarrollo del proyecto, la capacitación del equipo inicial y el acompañamiento operativo durante la apertura. En el caso de Beto's Lomitos, la inversión total parte de u$s 80.000, aunque el canon de ingreso se fija en $ 5 millones, aunque puede variar dependiendo el formato elegido. Panino, ofrece tres alternativas con distintas opciones de inversión. El modelo Express requiere una inversión de $ 25 millones, mientras que los locales en shoppings alcanzan los $ 80 millones y los restaurantes con salón ascienden a $ 100 millones. A diferencia de otras cadenas, Panino no cobra canon de ingreso, independientemente del formato. Los gastos operativos de una franquicia de comida rápida están marcados por tres factores principales: el costo de mercadería vendida, los salarios y el alquiler del local. A esos costos se suman los pagos mensuales que cada marca exige en concepto de regalías y publicidad. En John's Burgers, la carga equivale al 4% de la facturación bruta, distribuido en un 3% de regalías y un 1% destinado a acciones de marketing. Chicken Chill aplica un esquema un poco más elevado, con un 5% de regalías y un 2% para publicidad, lo que en total representa el 7% de los ingresos mensuales. En el caso de Beto's Lomitos, la empresa establece regalías y un canon publicitario, aunque los porcentajes exactos varían según el tipo de local y no se detallan en las fichas públicas de la marca. Panino, en cambio, fija un 4% mensual sobre la facturación bruta más IVA, sin exigir aportes adicionales para publicidad. El recupero de la inversión depende según la marca, el formato y la ubicación del local. En John's Burgers, el plazo estimado ronda los 18 meses. En Chicken Chill, el cálculo se ubica entre 18 y 24 meses, con variaciones que dependen del desempeño de cada punto de venta. Beto's Lomitos establece una proyección más amplia, que oscila entre 18 y 36 meses, mientras que Panino calcula que la inversión puede recuperarse en un plazo de 18 a 24 meses. En todos los casos, la facturación mensual, la competencia en la zona y la eficiencia en el manejo de los costos operativos influyen de manera directa en el cumplimiento de esos plazos.