Manuel Antelo volvió a la Argentina. El empresario, cuya estrella brilló con más luz en los '90, será uno de los speakers del Foro de Inversiones que oganizará Arcap, la asociación local de fondos privados de private equity y de capital de riesgo.
"Me invitaron y me pareció una gran oportunidad. Vienen inversores de todas partes, más de 1000 personas, gente interesada en el país", cuenta, en un diálogo con este cronista. "Es un muy buen lugar, una oportunidad de transmitir el entusiasmo, las oportunidades... es lo que hace falta. Estamos en un inicio. Eventos como Arcap son excelentes para posicionar a la Argentina donde tiene que estar", sigue.
"Volver a creer en la Argentina", es el título de su panel, en el que dialogará con Mariano Mayer, titular de Arcap y cofundador y managing partner de Newtopia, venture capital que tiene a Manu Ginóbili entre sus inversores. En mayo, Antelo anunció que sus empresas invertirán u$s 200 millones en la Argentina, un desembolso que no hacía desde que, tras la crisis de 2002, decidió irse a vivir a Europa primero y a Uruguay, después.
De esa cifra, u$s 100 millones son para la llegada al país de Decathlon, cadena francesa de tiendas deportivas que ya tiene en Uruguay y Paraguay. "Soy optimista", asegura quien, como dueño de Ciadea, la socia argentina de Renault, estuvo al volante del rombo en su época dorada: liderazgos del mercado con uno de cinco autos vendidos en el país; entre ellos, modelos emblemáticos, como Mégane, Scenic, Laguna, Kangoo y, por supuesto, el Clio, líder del ranking durante años. También revolucionó el mercado automotor con la creación de Car One, el primer megaretailer de autos de la Argentina, con la oferta de todas las marcas en un solo lugar.
Antelo habla con El Cronista horas antes de predicar -porque eso es lo que hará- desde el escenario de La Ballena, el auditorio principal del Palacio Libertad, ex Centro Cultural Kirchner. Dato que, más que un cambio de nombre, es todo un signo de época. Porque, además de optimista, Antelo, a los 71 años, es un creyente. Y, en esta entrevista a fondo, habla con el fervor de tal sobre su fe leonina en la Argentina de Javier Milei.
Después de la incertidumbre de las últimas semanas sobre la Argentina, ¿mantiene el optimismo que expresó en mayo, cuando anunció la inversión de u$s 200 millones?
Hoy estoy de vuelta optimista. Si me hablabas el viernes de la otra semana, estábamos muertos (ríe). Como ya tengo algunos años, viví una etapa anterior, en la que la Argentina se abrió a los mercados. En los '90, fue impresionante el interés que había del capital mundial por los activos argentinos. Eso se dio en un contexto de apertura, pro-empresa. El contexto de hoy es mucho mejor.
¿Mucho mejor? ¿Por qué?
Las ideas de Milei me gustan mucho más que las de Menem. Es muy concreto. Es clarísimo el concepto de la libertad, de la empresa, del empresario como un héroe social. Nunca vi un contexto más pro-capital, pro-empresa, pro-hacer cosas, hacer negocios, como el que hay hoy. ¿Qué es lo que falta? Confianza. La Argentina tiene un track record espantoso. Eso es lo que nosotros, los empresarios, tenemos que tratar de transmitir. Este foro es una gran oportunidad.
¿Una gran oportunidad para qué?
Llevo más de 20 años viviendo fuera de la Argentina. Es un buen ejemplo para decir que vuelvo a venir. Me fui en 2002, cuando explotó el país. Para mí, esto que estoy viendo es un cambio fundamental. Y estoy convencido de que, si esta política sigue adelante, más allá del Presidente... Porque esta política debería seguir adelante con otros candidatos el día de mañana. Tenemos que mantener un modelo que vaya hacia adelante con el mismo concepto.
La Argentina tiene potenciales como muy pocos países. Tiene miles de lugares adonde hacer cosas y desarrollarlas. Lo que pasa es que estuvimos fuera del mercado desde hace años. Pero hay todo por hacer. Ese es mi optimismo. Lo resumo en dos palabras: la posición conceptual, intelectual, clara del Gobierno y espero que, el día de mañana, otros candidatos se comprometan con la libre empresa y el equilibrio fiscal, que son los principales problemas que tuvo la Argentina. Si mantenemos eso, como dice Milei, por 20 años, somos riquísimos. Es así: no hay vuelta que darle. Voy a hacer todo lo posible para dar vuelta esto mismo.
¿Por qué explica el cimbronazo desde las elecciones bonaerenses?
El problema de la Argentina es el miedo de volver al pasado. La gente se asusta inmediatamente, en un minuto. Se pierden las elecciones y se cae todo: la Bolsa, las acciones... La gente común no lo interpreta, no se da cuenta. Pero significa que nos empobrecemos todos de un día para otro. El país es el que se empobrece. Y eso es un solo problema: es la falta de confianza. En términos macroeconómicos, lo que está haciendo el Gobierno no se puede criticar, está perfecto. El riesgo es que se pierdan las elecciones y se vuelva atrás. Y ya sabemos lo que pasa cuando se vuelve atrás, al oscurantismo. Era un desastre lo que había en la Argentina.
¿Cómo vio el respaldo de los Estados Unidos al Gobierno argentino?
Esto que sucedió es fantástico. El apoyo de Trump es como tener a alguien que te sale de garante cuando alquilás una propiedad. Es un apoyo. Quizás, no lo tengamos que usar nunca. Sólo el hecho de saber que tenés a alguien que dice que, en todos los términos, como dijo el presidente Trump, apoya sin restricciones a la Argentina... ¿Qué más podemos querer? Es algo inédito, nunca visto. Hay que sacarse el sombrero frente a Milei y al equipo económico por haber desarrollado una relación así con el país más poderoso del mundo. Al margen de si te gusta o no Trump. Es un apoyo invaluable para la Argentina. Entonces, realmente, no perdí el optimismo. De ninguna manera. Sigo pensando que los fundamentos son buenísimos.
Entonces, ¿por qué la sensación de crisis?
Había, inmediatamente, muchos intentos destituyentes. Cuando ves por todos lados que dicen que el presidente tiene que renunciar... Es una locura. No pasa en ningún país que sea más o menos normal. En Uruguay, a nadie se le ocurriría decir que el presidente tiene que renunciar. Tiene cinco años de mandato y se lo respeta hasta el último día. Acá, en cambio, escuchabas otra cosa en los medios. Esa es la parte difícil de la Argentina que, todavía, tiene que resolver de alguna manera. Hay que trabajar en una mejor convivencia. Eso será positivo para el ambiente de negocios.
¿Cree que haya algo en lo que Milei debería cambiar?
Quizás, sea ese el aprendizaje del Gobierno por haber perdido las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Puede ser un acto de humildad. "No somos imbatibles. Tendremos que negociar con la oposición razonable".
¿La hay?
La hay. Son muchos. Desde el punto de vista de los negocios, crear consensos sería muy bien visto. Sería muy positivo que, a partir de octubre, el Gobierno encare un esquema demás apertura hacia otros sectores moderados. Pienso que lo que pasó es hasta muy interesante porque puede servir para buscar más consensos. Es imposible vivir en una guerra permanente. Tampoco es bueno para el capital: se asusta y sale corriendo. Básicamente, esos son los facts. Pero, también, hay que ver de dónde venimos.
¿De dónde?
De años muy malos. Muy malos para todo lo que es inversión, lo que es innovación. Tenemos todo subutilizado o no utilizado: la minería, el petróleo, la creatividad. ¡La cantidad de argentinos que hay viviendo afuera! Hay una oportunidad extraordinaria de que venga capital. De que vuelvan argentinos. Me los encuentro por todos lados. Todos quieren volver. Me dicen: "Si las condiciones cambian, vuelvo". Eso sería extraordinario. Gente bien formada, educada. Que aprendió a trabajar en un mundo donde se compite.
¿Los empresarios en la Argentina no compiten?
Los empresarios argentinos no están acostumbrados a competir. Por lo que hizo, el Gobierno tiene muchos enemigos. A algunos, no hay más remedio que tenerlos. El coto de caza cerrado, de un producto con mala calidad y a un precio carísimo, sin competir, no existe más. Se castiga a todo el país a consumir productos malos y caros. Eso es un cambio. Es interesante. Lo vi en España.
¿Qué pasó ahí?
Cuando me fui a vivir a Europa, fue cuando se hacía la Unión Europea. Allá, el vino por excelencia es el francés. Cuando se le sacaron los aranceles, se decía que le vino español no iba a poder competir y desaparecería. Y, hoy, el español está mejor que nunca: se vende por todos lados. Y, como ese, hay miles de ejemplos de empresas españolas.
España es un boom. Entró a la Unión Europea a competir. Por supuesto, hubo sectores enteros que desaparecieron. En la zona de Catalunya, que era textil por excelencia, prácticamente, no queda nada. ¿Qué plantearon? ¿No integrarse a Europa para defender a su sector textil? No tiene sentido. Se crearon otras industrias. La gente empezó a trabajar en otras cosas. Habrá sectores que no van a poder competir y bueno... no podrán competir. Pero van a aparecer otros, que tomarán toda esa mano de obra. No se puede defender a todos. Es así.
Volviendo a la necesidad de consensos y el acercamiento a opositores moderados, hay una figura a la que usted conoce muy bien por haber sido colega y competidor directo: Mauricio Macri. ¿Lo ve como alguien clave en ese proceso?
Absolutamente. Mauricio es un tipo moderado. Quiere lo mejor para la Argentina. Sin ninguna duda. Más allá de cualquier ego personal, Mauricio quiere lo mejor para nuestro país.
Cuando tenés a un tipo como él, que quiere lo mejor para nuestro país, sin ningún ego personal, que no le interesa ser candidato, lo tenés que incorporar, considerarlo. Hay que considerarlo 100% para cualquier cosa que se quiera hacer. No es el único. Hay mucha gente que piensa bien. El Gobierno no se debe cerrar como si fuese una secta. Eso no es bueno. Tiene que haber sido un aprendizaje para Milei. Ojalá vaya a buscar un gobierno más abierto. Hasta ahora, pensaron que podían solos. La derrota electoral sirvió para que se den cuenta de que no. De que hay que buscar más consensos. Es una realidad: lograron consensos en las primeras votaciones en el Congreso. La Ley Bases se aprobó. Fueron perdiendo eso. Ahí hay algo que arreglar.
Mauricio es un activo importante para la Argentina. Es muy respetado afuera, tiene una muy buena imagen. Nosotros necesitamos vender el país, que la gente, que los inversores, vean a la Argentina como una oportunidad y vengan a invertir. Eso genera trabajo genuino, posibilidades y, finalmente, que todos vivamos mejor.
Usted se fue del país en 2002. ¿Cómo ve a ahora a sus colegas empresarios? ¿Cambiaron?
Cuando me fui, puse la cabeza 100% en Europa. Después, hice muchas inversiones en Uruguay, las hice también en Paraguay. Pero, principalmente, en Europa, donde tengo una empresa logística muy grande (N.d.R.: CAT). Aprendí lo que es competir. Ahí, se compite como si fuera una selva. Pero eso favorece al consumidor: quedan los buenos, los que lo hacen mejor. En la Argentina, depende de qué sectores. Pero, ¿cómo los veo? Muchos se van a tener que reinventar y esforzarse. Creo mucho en el talento argentino. Hay mucho talento en la Argentina. Con todo lo que nos pasó, tenemos una escuela. La Argentina es una escuela única para hacer negocios: todo es difícil, hemos convivido con las cosas más insólitas... y la mayoría ha sobrevivido. Pero le tienen mucho miedo a la apertura. Y la apertura es fundamental para el país. Si no nos abrimos, estamos muertos.
¿Por qué lo dice?
Está probado que el modelo este... Tenemos la cabeza tan lavada que nos dicen: "Si cierran las empresas, ¿a dónde va a trabajar la gente?". ¡En otras! Es muy simple: trabajarán en otras. Se crearán muchas empresas. Si la gente puede comprar mercadería más barata, si consigo que los precios de los productos que compro sean más bajos, me sobrará dinero. Entonces, lo uso para comprar cosas que antes no podía comprar. Así, voy generando una economía que va creciendo. El equipo económico y Milei lo tienen clarísimo. Habrá que adaptarse. No es fácil el cambio radical que lleva adelante este gobierno. Es una enorme oportunidad para los argentinos. Es increíble que este país, que tiene todo para ser un país rico, tenga un 30% de pobres. No insistamos con lo que no funciona.
¿Ve que haya en la Argentina una nueva generación de empresarios que ya sea referente? ¿O esa renovación es una asignatura pendiente, al menos, a nivel de liderazgo público?
Pienso lo siguiente. Los cambios tecnológicos que están habiendo en el mundo son descomunales. En todos los aspectos. En mayo lanzamos los autos chinos que vendemos acá (N.d.R.: las marcas GWM, Haval, Ora y, más recientemente, Tank). ¿Te imaginabas hace 20 años a los autos chinos liderando el mundo? Jamás. Y tienen un avance tecnológico que no saben cómo pararlos. Eso provoca que haya cambios en todos lados. La insurgencia de China en todos los aspectos es algo de locos. Yo uso una inteligencia artificial china, DeepSeek, que es espectacular. Uso una IA china porque no me gusta el mundo unipolar, me parece bien que haya un mundo bipolar. Es buenísima. Mirá que yo, para la tecnología, soy un dinosaurio. Pero le hago cada vez más preguntas y me doy cuenta de la cantidad de cambios que va a provocar en la economía que viene.
¿Qué quiero decir con todo esto? Que, obviamente, hace falta gente joven. Que tiene que haber una renovación empresaria obligatoria. No hay vuelta que darle. Si no, nos quedamos. Tiene que haber cambios drásticos en la economía argentina. Como los habrá en el mundo. Nosotros, mucho más porque venimos de la Edad de Piedra. Hay una gran oportunidad para la gente joven, para los nuevos emprendedores.
Algo hay que inventar para que los que vuelva una parte de los 2 millones de argentinos que se fueron. Porque se fue la gente buena. Perdimos clase dirigente. No perdimos mano de obra barata. Hay que inventar algo para que vuelvan, además de que funcione la economía.
¿Funcionará la economía?
Muchos cuestionan el modelo porque dicen que lo que funciona es la minería y el petróleo, que no generan empleo. No es así. Definitivamente no. Hay que extraer todo lo que se pueda para tener más exportaciones y una balanza comercial mejor. Eso generará miles de otros puestos de trabajo en otras cosas, no necesariamente atados al petróleo. El país se enriquece en miles de otros sectores. Hay que dejar que la actividad privada encuentre dónde hacerlo. Todos los empresarios tenemos que buscar oportunidades. Si el país se enriquece, los empresarios las encontrarán.
Las inversiones que está haciendo usted en la Argentina no están vinculadas con energía y minería, sino con comercio y retail, que requieren una economía interna fuerte.
Veo lo que hice en Uruguay con los retail parks. Hice uno en Montevideo y estoy por inaugurar otro en Punta del Este. Acá, hay poquísimos. En Francia o España, no hay pueblo pequeño que no tenga en su salida un retail park con todas las marcas instaladas juntas. No es un shopping, sino un parque amplio, de grandes superficies.
Hay muchas marcas que son extraordinarias en Europa y acá no están. Yo vuelvo al país con Decathlon. Es líder mundial de deportes; está en todos lados: Europa, Chile, Colombia, México, Brasil, Uruguay, Paraguay... No en la Argentina. ¿No es una oportunidad que venga la empresa de deportes más grande a la Argentina? Otro ejemplo es Ikea, un gigante mundial que no está. Yo no la tengo. Pero sí a JYSK, que es un competidor danés de Ikea. La tengo en Uruguay. Y no está en la Argentina. Son las marcas que, cuando vas a un retail park en Europa, las ves y acá no existen.
¿Por qué piensa que no existen?
Si esas marcas vienen al país, a muchos empresarios argentinos no les va a gustar. Pero, cuando entraron a España o Italia, los de allá compitieron, le encontraron la vuelta. El mundo es así. Si no, ¿qué hacemos? ¿nos separamos? Fue lo que hicimos hasta ahora. Más vale que eso cambie. Son las cosas básicas que propone este Gobierno. También Mauricio, que es totalmente aperturista. Se tiene que competir, abrir la economía. No hay otra. Si no, es pobreza.
Usted ya activó la llegada de Decathlon.
Vamos a abrir el primero ahora, en noviembre. Estará en el híper de Carrefour en Alrío. Tomamos una parte, con un lugar para 60 personas. (se interrumpe; piensa). ¿Cuántos Decathlon hay en España?
Más de 100.
¡180! Es un monstruo. Hay 180 sólo en España. ¿Hay lugar en la Argentina para 50? Sí, hay. No quiero decir que yo los vaya a hacer. Vamos a poner 20. Pero pienso que pueden ser 50. Sólo con 20, Decathlon va a tener más de 1000 empleados en poco tiempo. Más de 1000 empleados (enfatiza). Las empresas que vienen generan empleo en otra cosa. Ni hablar de todo lo que generan la logística, de las inversiones inmobiliarias, que también vamos a hacer. En muy poco tiempo, pasamos a ser un gran empleador. Como base, tendremos 1000 empleos rápidamente. Vamos a tener muchos más si nos seguimos expandiendo. Esa es una de las marcas que tenemos. Faltan todas las otras. Espero que vengan también. Tengo interés en traer unas cuantas.
¿Cuáles?
Hay algo que, para mí, es una innovación y, más que todo, es una observación de la realidad: salgo de Madrid y, en los alrededores, veo que hay 20 retail parks. Si veo eso, no le puedo errar. La gente va cada vez menos al shopping y más al lugar cerca de su casa. Pero acá, en la Argentina, no están las marcas. Decathlon necesita, por lo menos, 3000 metros cuadrados para un local. ¿Cómo los conseguís en un shopping? Por eso, estamos haciendo el primero con Carrefour, alquilándole una parte del híper de Vicente López. Estos retail parks tienen estas grandes superficies. Una tienda de Ikea tiene 20.000 m2. Le Roi Merlin es otra marca espectacular, que no está acá pero sí en Brasil. Después de Home Depot, es la número dos del mundo. En Brasil, tiene 50 locales y son de 15.000 m2. Enormes. Mirá si hay cosas para hacer en la Argentina. Si no hay nada...
Se va a quedar corto con los u$s 200 millones.
Los u$s 200 millones son en la primera etapa. Después, veremos. Son cosas que me gustaría hacer. No tengo ningún acuerdo con Ikea ni con Le Roi Merlin. Pero puede suceder. En la medida que empecemos a hacer cosas en el país, que vayamos avanzando, podremos ser nosotros u otro el que lo haga. Las posibilidades en la Argentina son enormes. Está todo por hacer. Son muchos años que hemos estado afuera. Ojalá no perdamos esta oportunidad. Creo, realmente, que es única.
Hablemos del viejo amor: ¿cuáles son los próximos pasos con las marcas de autos? Ya lanzó 30 modelos. El más reciente, el Tank.
El Tank es un caño. Es un vehículo súper equipado. Realmente, un tanque. Tiene un precio de más de u$s 50.000 y compite con autos que valen el doble, arriba de u$s 100.000. Es difícil competir cuando vos tenés tecnología y precio. ¿Quién sale ganando? El consumidor. Ya tenemos 30 concesionarios nombrados en todo el país y está a gama completa de la marca (Great Wall). Ahora, con otro grupo de concesionarios, lanzamos otra línea: Changan. Viene con un modelo muy atractivo, un híbrido enchufable. Y, después, un autito eléctrico, JMEV, que tiene 300 kilómetros de autonomía y vale menos de u$s 20.000. Es muy competitivo el precio, a pesar de que los eléctricos son más caros que los convencionales.
Es una cuestión de que la gente se acostumbre a enchufarlo en su casa. Como al celular. Si no enchufás el celular, al día siguiente estás sin teléfono. Como, para los autos, no hay infraestructura en las calles (y falta mucho para que la haya), el punto clave es que, cuando llegues a tu casa, a la noche, lo enchufes. Mismo si vivís en un edificio. En Montevideo, vivo en uno y se puso el cableado, que me lo cobran a mi departamento. Cuando llego, enchufo el auto todas las noches. Y, en ciudad, no hacés 300 kilómetros por día.
Una vez que te acostumbrás a andar en autos eléctricos es otra cosa, es un placer. Tengo dos autos eléctricos en casa y estoy fascinado. Me encanta. Nada que ver. Es otra cosa que está cambiando. No teníamos autos eléctricos. En Uruguay está explotando. También en Europa. Nos estamos metiendo en el mundo.