

Es común que la corrosión afecte a las herramientas, muebles o cualquier objeto de metal. Para muchas personas, la primera reacción es recurrir a soluciones caseras como el vinagre blanco o el bicarbonato de sodio. Aunque estos ingredientes tienen propiedades limpiadoras, su eficacia contra el óxido es limitada. La realidad es que estos remedios requieren de mucho tiempo y esfuerzo para lograr resultados apenas visibles, y en ocasiones, pueden dañar la superficie.
Lo cierto es que el óxido es una reacción química del metal al oxígeno y la humedad, formando una capa que debilita el material. Para combatirlo de manera efectiva, se necesita una solución que actúe a nivel molecular, disolviendo la corrosión sin comprometer la integridad del metal base.
El método infalible para quitar el óxido y que todo quede como nuevo
Existe una técnica que los expertos utilizan para una limpieza profunda y duradera. La mejor forma de eliminar el óxido de manera profesional es mediante el uso de productos formulados específicamente para esta tarea, como los desoxidantes comerciales.
La inclusión del fosfato en estas soluciones sirve para generar una reacción químicamente con el óxido, desintegrándolo de forma segura y rápida. Otra ventaja es que no se requiere un frotado excesivo que pueda rayar o dañar el material, además de que actúan como una barrera preventiva contra futuras corrosiones.

Para poder utilizar estos productos correctamente es recomendable seguir los siguientes pasos:
- Prepara la zona: Antes de empezar, usa guantes de protección para evitar el contacto directo con el producto. Asegúrate de trabajar en un área bien ventilada.
- Aplica el producto: Con una brocha o una esponja, distribuye una capa generosa del desoxidante sobre la zona afectada.
- Deja que actúe: Permite que el producto repose el tiempo indicado en las instrucciones, generalmente entre 10 y 30 minutos, dependiendo del nivel de óxido.
- Frota suavemente: Con un cepillo de cerdas duras, realiza movimientos circulares para desprender el óxido reblandecido.
- Limpia y enjuaga: Lava el objeto con agua tibia y un detergente neutro para eliminar cualquier residuo.
- Secado completo: Este paso es crucial. Seca minuciosamente la superficie con un paño limpio y seco. La humedad es la principal causa de la reaparición del óxido, así que no debe quedar rastro alguno.
- Aplica un protector (opcional): Para una protección extra, puedes aplicar un sellador o una fina capa de aceite protector para metales.
Con este método, tus objetos no solo quedarán libres de óxido, sino que también estarán protegidos por más tiempo, luciendo como si fueran completamente nuevos.













