

En los vínculos amorosos, las crisis no siempre estallan por desacuerdos evidentes o grandes diferencias, según la psicología. Muchas veces, lo que debilita una relación son ciertos hábitos emocionales que pasan desapercibidos, pero que desgastan poco a poco la confianza, el respeto y la conexión entre quienes la conforman.
Desde la psicología se han identificado comportamientos cotidianos que, aunque comunes, pueden convertirse en trampas silenciosas que sabotean el bienestar en el noviazgo.
Discutir para ganar: la competencia que desconecta, según la psicología
Una de las trampas más comunes en el noviazgo es convertir cada discusión en una batalla, explica la psicología. En lugar de buscar entendimiento, se intenta tener la última palabra, ganar el argumento o demostrar que se tiene la razón. James Cordova, psicólogo clínico, le dijo a Telva que este enfoque competitivo es profundamente dañino. Lo denomina una estrategia de "suma cero", donde al haber un ganador, necesariamente hay un perdedor, lo que a la larga rompe la conexión emocional.

Este patrón suele estar motivado por el ego, ya sea herido o inflado, y dificulta que las parejas lleguen a acuerdos reales. La psicología recomienda cambiar el enfoque: en vez de preguntarse quién tiene razón, es más útil cuestionarse si la relación está saliendo fortalecida o lastimada de cada discusión. Solo con una disposición genuina al diálogo y a la empatía se puede superar esta dinámica destructiva.
Escudarse en la psicología: cuando el terapeuta bloquea la comunicación
Otra trampa silenciosa aparece cuando se utilizan argumentos de expertos como herramienta de confrontación. Frases como "mi psicólogo dice que..." transforman un espacio íntimo en un campo de batalla con terceros invisibles. María Jesús Álava Reyes, psicóloga y autora del libro Que nadie manipule tus emociones, expresó al citado medio que este tipo de intervenciones desvían la conversación y generan una barrera emocional, pues la pareja puede sentirse invalidada o juzgada.

Desde la inteligencia emocional, se propone expresar lo que se siente desde la experiencia propia, no desde lo que opinan otros. Reemplazar las frases impersonales por declaraciones personales como "me siento así cuando pasa esto" abre la posibilidad de una conversación honesta y sin máscaras. Esta práctica, aunque simple, representa un cambio profundo en la forma de relacionarse.
Evadir con autocrítica excesiva: el disfraz del victimismo
La tercera trampa emocional en una relación es lo que James Cordova describe como Sméagol-ing, inspirado en el personaje de El Señor de los Anillos. Se trata de una conducta en la que, ante una crítica, una persona responde con comentarios autodepreciativos como "soy un desastre, siempre arruino todo", con el objetivo inconsciente de evitar el conflicto.

Aunque parece una forma de rendirse, en realidad es una maniobra evasiva que cambia el foco del problema y busca consuelo en lugar de solución. Esta táctica, además de frustrar a la pareja, impide avanzar hacia una resolución real del conflicto.
La psicología recomienda resistirse a esa necesidad de hundirse en la culpa y, en su lugar, escuchar lo que la otra persona necesita expresar. Por su parte, quien recibe este tipo de reacción puede responder con firmeza y empatía para mantener el enfoque en el diálogo constructivo.













