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La vitamina D, a menudo conocida como la "vitamina del sol", es fundamental para nuestra salud.

Se trata de una vitamina liposoluble que nuestro organismo puede almacenar en las grasas y que, gracias a la exposición solar, podemos sintetizar de forma natural.

De hecho, recientes recomendaciones médicas sugieren que, en lugar de recurrir a suplementos, los baños de sol podrían ser la mejor solución para alcanzar niveles óptimos de esta vitamina.

Cuál es la importancia de la vitamina D

La vitamina D es crucial para el proceso de absorción del calcio, un mineral esencial para la formación y el mantenimiento de huesos.

Su rol en el fortalecimiento óseo es fundamental para prevenir enfermedades como la osteoporosis, que se caracteriza por una pérdida de densidad ósea y un mayor riesgo de fracturas.

Además, tiene un impacto significativo en el sistema inmunológico. Contribuye a la defensa contra infecciones y enfermedades, y algunos estudios sugieren que niveles adecuados de esta vitamina podrían reducir el riesgo de enfermedades autoinmunes.

También se observó que la deficiencia de vitamina D puede estar asociada con un mayor riesgo de depresión y otros trastornos del estado de ánimo.

Helioterapia: en qué consisten los reconocidos "baños de sol"

La helioterapia, que es el uso del sol con fines terapéuticos, tiene sus raíces en los primeros años del siglo XX.

Antes de la disponibilidad generalizada de suplementos, la exposición solar era una herramienta crucial en el tratamiento de diversas enfermedades.

Uno de los pioneros en este campo fue Auguste Rollier, quien desarrolló la conocida "cura solar" en las altas montañas suizas, donde la intensidad de los rayos UV es mayor.

Rollier aplicaba una técnica de exposición progresiva solar, comenzando con sesiones cortas en áreas específicas del cuerpo y aumentando gradualmente tanto la duración como la extensión de la exposición.

La luz solar se compone de diferentes tipos de radiación, cada una con efectos particulares sobre el organismo:

  • Radiación ultravioleta (UV). Estimula la producción de vitamina D, que es esencial para la salud ósea y el sistema inmunológico, además de poseer propiedades antiinflamatorias y bactericidas.
  • Radiación visible. Afecta el estado de ánimo y regula el ritmo circadiano, influyendo en el ciclo del sueño y la vigilia.
  • Radiación infrarroja. Penetra en la piel, generando calor que contribuye a la relajación muscular.

Qué beneficios tienen los "baños de sol"

La luz solardesempeña un papel fundamental en la regulación de neurotransmisores en el cerebro, funcionando como un antidepresivo natural. De hecho, puede contribuir a la mejora del estado de ánimo y a la reducción de la astenia física y psíquica.

Asimismo, los problemas reumáticos, como la osteoartritis y la artritis reumatoide, pueden experimentar alivio mediante la exposición solar. De hecho, puede ser beneficiosa en la gestión de procesos degenerativos asociados con la descalcificación ósea.

La exposición a la luz solar también influye en la regulación de la glándula pineal y en los ritmos hormonales del cuerpo. Esto es especialmente útil para personas con trastornos de la tiroides y ciertas alteraciones en el ciclo menstrual.

Sin embargo, es importante recordar que, si bien los baños de sol tienen beneficios, deben realizarse con moderación para evitar daños en la piel.

La exposición excesiva al sol puede aumentar el riesgo de cáncer de piel y acelerar el envejecimiento cutáneo.

Cómo realizar correctamente un "baño de sol"

Para asegurar un baño de sol seguro y efectivo, los expertos sugieren seguir las siguientes recomendaciones:

  • Horario. Si es posible, toma sol por la mañana temprano, antes de las 10:00 horas.
  • Duración. Empieza con exposiciones breves de 5 a 10 minutos y aumenta el tiempo progresivamente según la adaptación de tu piel. Evita exposiciones prolongadas, especialmente durante las horas centrales del día.
  • Protector solar: Usa un protector solar que cubra tanto UVA como UVB, con un factor de protección solar (FPS) adecuado para tu tipo de piel.
  • Zonas a proteger. Asegúrate de proteger áreas sensibles como la cara, el cuello, los hombros y los labios. Además, utiliza gafas de sol con protección UV y un sombrero de ala ancha para una mayor protección.

  • Hidratación. Mantente bien hidratado bebiendo abundante agua antes, durante y después de la exposición solar.

  • Pausas. Si experimentas enrojecimiento, ardor o ampollas, interrumpe inmediatamente la exposición al sol.