La marcha nórdica, también conocida como nordic walking, consiste en caminar con la ayuda de bastones similares a los de esquí. Es una forma de ejercicio accesible para personas de todas las edades y condición física, ya que se adapta a la intensidad y ritmo de cada uno.
Nació en los años 30 en Finlandia como un entrenamiento para los esquiadores durante el verano, o en caso de no haber nieve, para no perder la constancia. Pero fue en los 90 que ganó fama y popularidad entre otros deportistas amantes de la actividad física al aire libre.
Con el crecimiento de su fama, la disciplina cruzó fronteras y llegó hasta Alemania y Austria, donde se desarrolló como una práctica masiva. Al tiempo, a principios de los 2000, llegó a los Estados Unidos y hoy volvió a posicionarse entre las tendencias del deporte por sus aportes a la salud.
Por qué practicar la caminata nórdica
El ejercicios de la caminata nórdica consiste en marchar con un ritmo rápido con bastones similares a los de esquí. Es una disciplina común entre personas mayores a los 60 años que pese a que simple vista parece un ejercicio convencional, su práctica requiere de una técnica precisa.
El uso de los bastones duplican los efectos positivos de la caminata. Estos son rígidos y largos; son diferentes a los de trekking o senderismo, los cuales se atan a las muñecas con unas correas, ya que su agarre es con una especie de guante adherida a la mano.
Se trata de un ejercicio que se puede hacer a cualquier edad, aunque son muchos los adultos mayores la que la eligen por su facilidad. Los bastones funcionan como un apoyo adicional que simplifica la marcha.
Uno por uno: todos los beneficios de la marcha nórdica
- Mejora la salud cardiovascular y pulmonar.
- Fortalece los músculos y huesos.
- Reduce el impacto en las articulaciones.
- Ayuda a quemar calorías y perder peso.
- Mejora el equilibrio y la coordinación.
- Reduce el estrés y la ansiedad.
- Es una actividad social y divertida.