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El panorama de las pensiones en México está experimentando transformaciones significativas que mantendrán en vilo a miles de trabajadores durante los próximos meses.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) confirmó ajustes sustanciales en su programa de cotización voluntaria que entrará en vigor el próximo año, generando preocupación entre quienes buscan asegurar un retiro digno.
Este esquema, diseñado para que los trabajadores continúen fortaleciendo su historial de cotización tras dejar el empleo formal, representa una de las últimas oportunidades para quienes están amparados bajo la legislación anterior de mejorar el monto de su jubilación. Sin embargo, las nuevas disposiciones establecen barreras más altas que podrían dejar fuera a un sector considerable de la población.
La cuota mensual se dispara: duro golpe para los cotizantes voluntarios
El incremento económico constituye el primer obstáculo que enfrentarán los trabajadores interesados en este mecanismo. A partir de 2026, la cuota mensual experimentará un ajuste al 14.438% sobre el salario de referencia registrado, una cifra que representa un desembolso considerable para quienes ya no cuentan con un ingreso fijo mensual.
Este porcentaje se aplicará sobre el último salario con el que el trabajador cotizó, aunque el organismo público mantiene establecido un tope máximo para calcular esta aportación.
Para muchos, especialmente aquellos que tuvieron salarios elevados durante su vida laboral activa, el pago mensual podría resultar prohibitivo si no cuentan con los recursos suficientes para sostenerlo durante el tiempo necesario.
La estructura de pagos contempla opciones de liquidación a través de transferencias bancarias electrónicas, utilizando una CLABE específica que centraliza todas las aportaciones. Los cotizantes deberán ser extremadamente cuidadosos con la precisión de los datos, ya que cualquier error en la referencia o monto podría retrasar la aplicación de sus pagos y afectar su historial de semanas acumuladas.

Requisitos más duros: la ventana de oportunidad se cierra definitivamente
Por otro lado, el IMSS ahora exige que el trabajador haya acumulado por lo menos 52 semanas de cotización durante los cinco años previos a su baja del régimen obligatorio, una barrera que filtra automáticamente a quienes tuvieron empleos intermitentes o periodos de desempleo prolongados.
Pero el aspecto más crítico radica en el plazo máximo establecido: transcurridos cinco años desde la baja laboral, la puerta se cierra de manera definitiva e irreversible.
Esta disposición genera una situación de urgencia para quienes están próximos a cumplir ese periodo límite, pues una vez superado, perderán permanentemente la posibilidad de inscribirse y mejorar su pensión.
Esta restricción temporal afecta especialmente a trabajadores que permanecieron alejados del sistema durante años por diferentes circunstancias: emprendimientos fallidos, empleos informales, responsabilidades familiares o simplemente desconocimiento de los plazos.
Nuevos controles y sistemas de pago: la estrategia del IMSS para ordenar el caos
Ante la complejidad administrativa que caracterizo esta modalidad, el organismo público implementará mecanismos de supervisión bimestral a través de las Jefaturas de Servicio de Afiliación y Cobranza en todas sus subdelegaciones. Este esquema de vigilancia busca prevenir los errores recurrentes en el registro de salarios, semanas cotizadas y aplicación de pagos que generaron conflictos y reclamos.
Por ejemplo, la habilitación de HSBC como nueva opción bancaria representa un esfuerzo por facilitar las transacciones y eliminar intermediarios que encarecen o complican el proceso. Este canal estará disponible tanto para clientes del banco como para usuarios de otras instituciones financieras, democratizando el acceso a un sistema de pago más ágil y transparente.















