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Investigadores de la Universidad del Sur de Dinamarca y el Museo Nacional de Dinamarca encontraron rastros de tungsteno en fragmentos del laboratorio alquímico de Tycho Brahe, famoso astrónomo del siglo XVI.

Lo asombroso es que este elemento no fue clasificado oficialmente hasta casi 200 años después de su muerte, lo que plantea preguntas sobre el conocimiento científico de la época medieval.

El elemento que desafía la historia de la química

El tungsteno, un metal extremadamente resistente y con un punto de fusión altísimo, no fue identificado formalmente como elemento hasta la década de 1780.

Sin embargo, los análisis de espectrometría de masa realizados en fragmentos de vidrio y cerámica recuperados del laboratorio subterráneo de Tycho Brahe revelan inequívocamente su presencia.

Este hallazgo revolucionario sugiere que los alquimistas podrían haber manipulado elementos que la ciencia oficial no reconocería hasta siglos después.

"El tungsteno es muy misterioso", afirma Kaare Lund Rasmussen, experto en arqueometría de la Universidad del Sur de Dinamarca. "El tungsteno ni siquiera había sido descrito en esa época, así que ¿qué debemos inferir de su presencia en un fragmento del taller de alquimia de Tycho Brahe?"

Los secretos medicinales de los alquimistas medievales

En el siglo XVI, los alquimistas no creaban simples pociones, sino "secretos" -lo que hoy llamaríamos fórmulas propietarias-.

De hecho, TychoBrahe era especialmente conocido por su "medicina contra la peste", un remedio extremadamente complejo que podía contener hasta 60 ingredientes, desde carne de serpiente y opio hasta cobre, aceites y hierbas.

La investigación revela que estos medicamentos, destinados a la élite europea, contenían una sorprendente variedad de elementos. Además del tungsteno, los fragmentos analizados contienen níquel, cobre, zinc, estaño, antimonio, oro, mercurio y plomo.

Esta diversidad química demuestra la sofisticación de la alquimia medieval, que iba mucho más allá de la simple búsqueda de transformar metales en oro.

La cosmología alquímica: cuando los astros y los elementos se entrelazaban

El descubrimiento cobra aún más sentido al comprender la visión del mundo de Brahe. "Puede parecer extraño que Tycho Brahe estuviera involucrado tanto en la astronomía como en la alquimia, pero cuando uno entiende su cosmovisión, tiene sentido", explica Poul Grinder-Hansen, investigador senior y curador del Museo Nacional de Dinamarca. "Él creía que había conexiones evidentes entre los cuerpos celestes, las sustancias primitivas y los órganos del cuerpo".

Esta filosofía integradora establecía correspondencias directas entre planetas, elementos y órganos humanos: la plata se vinculaba con la Luna y el cerebro; el oro con el Sol y el corazón; el estaño conectaba Júpiter con el hígado; el cobre vinculaba Venus y los riñones; el plomo unía Saturno con el bazo; el hierro relacionaba Marte con la vesícula biliar; y el mercurio conectaba el planeta Mercurio con los pulmones.

¿Dónde encajaría el tungsteno en este elaborado sistema? Por ahora, sigue siendo un enigma, un secreto que Tycho Brahe se llevó a la tumba en 1601 y que solo ahora, cuatro siglos después, comenzamos a vislumbrar.