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Los sistemas numéricos antiguos permitían contar objetos y registrar cantidades, pero carecían de un elemento fundamental: la representación del vacío. Durante milenios, civilizaciones como la romana construyeron arquitecturas monumentales y administraron imperios sin un símbolo para expresar la ausencia.

Esta limitación matemática restringió el desarrollo del cálculo y las operaciones complejas. La invención del cero transformó esta realidad, convirtiendo la nada en un concepto operativo que redefinió las matemáticas y la ciencia moderna.

Durante siglos, civilizaciones como la romana lograron grandes avances sin un símbolo para el vacío, una ausencia que limitó el desarrollo de operaciones matemáticas complejas. Fuente: NATGEO.
Durante siglos, civilizaciones como la romana lograron grandes avances sin un símbolo para el vacío, una ausencia que limitó el desarrollo de operaciones matemáticas complejas. Fuente: NATGEO.Fuente: iStockphotoSainam Poploy

De marcador posicional a concepto matemático

En las tablillas babilónicas de hace 5,000 años apareció el primer antecedente: dos cuñas inclinadas que señalaban espacios vacíos en su sistema sexagesimal. Este símbolo permitía diferenciar 1 de 60 o de 600, cumpliendo una función posicional sin valor numérico propio. El verdadero avance llegó en el siglo VII en India, cuando el matemático Brahmagupta estableció reglas aritméticas precisas para el cero. Su tratado definió operaciones básicas: cero más un número da ese número, cero menos cero es cero. Este salto conceptual transformó un marcador en una entidad matemática con propiedades específicas.

La base del cálculo infinitesimal

El potencial científico del cero se materializó en el siglo XVII con Isaac Newton y Godofredo Leibniz. Ambos desarrollaron independientemente el cálculo infinitesimal, un sistema matemático basado en aproximaciones al cero sin alcanzarlo. Este método permitió cuantificar el cambio instantáneo, calcular áreas bajo curvas y modelar movimientos complejos. Las ecuaciones resultantes describieron la gravedad, la óptica y la mecánica con precisión inédita. La física moderna depende directamente de estos fundamentos matemáticos.

Desde el cálculo infinitesimal hasta la computación binaria, el cero se convirtió en el pilar invisible de la ciencia contemporánea y de la era tecnológica. Fuente: Shutterstock.
Desde el cálculo infinitesimal hasta la computación binaria, el cero se convirtió en el pilar invisible de la ciencia contemporánea y de la era tecnológica. Fuente: Shutterstock.

Fundamento de la matemática contemporánea

Asimismo, la teoría de conjuntos del siglo XIX otorgó al cero un nuevo significado lógico: el conjunto vacío (∅) como punto de partida de toda construcción numérica. Desde esta abstracción se derivan los números naturales y las estructuras matemáticas superiores. Actualmente, el cero es esencial en computación, algoritmos de inteligencia artificial y modelos científicos.

Los procesadores operan en sistema binario (0 y 1), las ecuaciones climáticas requieren aproximaciones a límites cercanos a cero, y los relojes atómicos miden intervalos infinitesimales. La ciencia contemporánea se sostiene sobre el concepto que alguna vez fue impensable: asignar valor matemático a la ausencia.