

Nelson Mandela, símbolo de libertad, será siempre recordado por la lucha contra la discriminación racial y por los intensos esfuerzos de reconciliación nacional para dejar a tras las graves consecuencias del drama humanitario generado por el apartheid y por haber liderado a Sudáfrica a una sociedad multirracial con integridad territorial y mensajes de paz y unidad. Un ejemplo de liderazgo pacifista casi único en un hombre que permaneció preso por 27 años y que se había levantado en armas contra la grave injusticia discriminatoria que imperaba en el país.
En Sudáfrica era conocido como Madiba o Tata como padre de la democracia de un país que recién en 1994 logró el voto universal. Fue Presidente de Sudáfrica desde 1994 a 1999. La exitosa transición del régimen racista del apartheid a la democracia le valió el Premio Nobel 1993.
Es de esperar que Sudáfrica continúe en el camino que ha tutelado Mandela en la última década de paz y reconciliación. Sin embargo, la democracia sudafricana es frágil y el clima social inestable. Su partido político, el Congreso Nacional Africano, ha perdido el brillo que le dio Mandela en medio de una ola de corrupción, pobreza y deterioro de la economía y de los servicios públicos como podría ser el acceso al agua potable en numerosos rincones sudafricanos. Las protestas sociales han ido en aumento ante las graves distorsiones económicas y sociales que existen en el país. También por el reclamo de justicia y verdad por los crímenes del pasado.
Hoy la desigualdad y la pobreza en Sudáfrica no son muy diferentes de las que existían en la era del apartheid. La masacre en la mina de platino de Marikana fue un toque de atención en una sociedad que debe aún continuar esforzándose en profundizar la democracia y la inclusión social. Los índices de desigualdad siguen siendo uno de los más altos del mundo.
La pérdida del casi centenario Nelson Mandela afectará profundamente al pueblo sudafricano. Sin embargo, el legado de Mandela de reivindicación social en paz, debería seguir siendo la guía para que Sudáfrica continúe creando una democracia más participativa y una sociedad más igualitaria. El mensaje de Mandela debe perdurar.













