

En primera o segunda vuelta, hay algo en lo que todos los sondeos de las consultoras uruguayas coinciden: el ex presidente Tabaré Vázquez es el candidato favorito para suceder a José Pepe Mujica en las elecciones presidenciales del próximo 26 de octubre.
Está claro que Tabaré, un médico oncólogo de 74 años, no es Mujica: no tiene tanto carisma ni tanta llegada popular, viste traje y corbata, habla pausado en un tono bajo y amable, y jamás tuvo su tapa de gloria en el New York Times. Durante su presidencia, entre 2005 y 2010, impulsó un frustrado TLC con Estados Unidos y vetó la ley de despenalización del aborto, dos decisiones en las que se desmarcó sin que le temblara el pulso de lo que se supone que un dirigente de izquierda debe hacer.
Pero justamente esa diferencia es lo que en ocasiones, como la de ayer, le juega a favor. Durante más de media hora, los empresarios argentinos escucharon de boca del candidato del Frente Amplio lo que todo hombre de negocios y más aun si es argentino anhela escuchar: un mensaje tranquilizador y previsible para las inversiones extranjeras (seguirán las reglas de juego claras y transparentes), de continuidad con la estabilidad macroeconómica (nuestras finanzas públicas son creíbles y confiables por la seriedad que caracteriza a nuestro país) y reconfortantes elogios al sector privado. En definitiva, un discurso seductor. Fue durante un almuerzo convocado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) en el Hotel Alvear.
Requerimos millones de dólares de inversión en infraestructura para los próximos 15 años, sobre todo en energía y transporte. Y acá es donde el sector privado desempeña un rol fundamental porque la capacidad de nuestras finanzas públicas es insuficiente, afirmó Vázquez. Para esto aclaró es necesario un cambio cultural en Uruguay para romper con la idea de la casi crónica financiación pública.
Lo escuchaban unos 300 empresarios argentinos, entre ellos Eduardo Eurnekián (Corporación América), Cristiano Rattazzi (Fiat), Alejandro Bulgheroni (Pan American Energy), Jorge Brito (Grupo Macro), Adelmo Gabbi (UIA), Santiago Soldati y Daniel Pellegrina (Sociedad Rural), que ocuparon la mesa principal. Junto a Raúl Sendic, compañero de fórmula de Tabaré se sentaron Matías Patanian (AA 2000), Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Santiago Marfort (TGN) , y Gustavo Weiss (Cámara Argentina de la Construcción).
Los políticos tampoco quisieron perderse el convite. Aunque no pudo estar en el almuerzo, el gobernador Daniel Scioli mantuvo una breve reunión minutos antes de la comida y Antonio Bonfatti, gobernador de Santa Fé, compartió la mesa principal. Al ex vicepresidente Julio Cleto Cobos también se lo vio animado posando para la foto junto al invitado de honor. Pilo Bordón, Rafael Folonier, el embajador uruguayo en Buenos Aires, Guillermo Pomi, y el encargado de negocios de la embajada estadounidense, Kevin Sullivan, también dieron el presente.
Tabaré no eludió los temas espinosos, como el adormecido Mercosur y la deteriorada relación con la Argentina.
La clave para el crecimiento de Uruguay es abrir su economía y ampliar los mercados. Y esto no es incompatible con el Mercosur, aunque sí requiere un Mercosur con más dinamismo y sustancia, dijo. Necesitamos un Mercosur que no compita en la producción como sucede ahora sino que se complemente, que respete el derecho internacional y los acuerdos logrados, agregó, tapado por un aplauso espontáneo de los empresarios.
Hombre correcto, sólo cuando le preguntaron habló de cómo será su relación con la Argentina en un eventual gobierno. Ha llegado el momento de conflictos importantes entre los gobiernos, dijo. Hacia futuro tendremos que establecer una agenda de entendimiento en el sector político de cada país para ver cómo reencauzamos ese relacionamiento a través del diálogo y siempre en un marco de respeto a la normativa internacional y acuerdos establecidos, concluyó.









