

Los fallecidos, entre los que se encuentran dos niños y una mujer, cayeron en enfrentamientos en Damasco, donde murieron otros tres de Idlib y 16 de la central Homs, bastión de la oposición donde ayer ocurrió la mayor masacre desde que comenzó la revuelta en Siria hace 11 meses, al morir al menos 300 personas.
En los últimos 11 meses, la represión de las fuerzas de Al Assad mató a unas 6.000 personas, según Naciones Unidas.
El veto de Moscú y Beijing a una resolución contra Damasco que condenaba la violencia, exigía el fin de la represión y apoyaba un plan de la Liga rabe para facilitar una transición política sin demandar la renuncia de Al Assad, generó reacciones entre los países que votaron a favor: Estados Unidos, Reino Unido y Francia, y los diez miembros no permanentes del Consejo de Seguridad.
Siria logró esquivar una intervención internacional gracias a su alianza con Moscú, que provee de armas a Damasco, y que tiene en el país árabe su única base naval fuera de Rusia.
El primer fracaso del Consejo de Seguridad respecto de Siria fue en octubre último también por la oposición de Rusia y China.
Referentes diplomáticos de países occidentales y los nucleado en la Liga rabe expresaron su rechazo al veto impulsado desde China y Rusia para una intervención que acabe con la violencia.













