

El Partido Conservador del primer ministro británico, David Cameron, logró ayer un claro triunfo en las elecciones del Reino Unido y quedó cerca de la mayoría necesaria para seguir siendo gobierno, echando por tierra todos los sondeos que vaticinaban un empate técnico. Los tories habrían quedado con 316 bancas, a diez de la mayoría absoluta, seguido de lejos por la oposición laborista con 239, según una encuesta de boca de urna difundida por la cadena de noticias BBC. Tercero se ubicó el Partido Nacional Escocés (SNP), con 58 bancas, y en cuarto lugar, con 10, los Liberales Demócratas, socios menores de la saliente coalición.
De confirmarse estos números en el escrutinio definitivo, que se conocerá recién hoy al mediodía dada la complejidad del sistema electoral británico, lo más probable es que los tories reediten la actual alianza con los demoliberales (de centro) de Nick Clegg y logren formar gobierno, incluso sumando apoyo de otra fuerza menor. Las negociaciones ya están en marcha.
Si bien todos los sondeos previos vaticinaban que ninguna fuerza lograría la mayoría absoluta, ninguno de ellos proyectó una ventaja tan amplia de los tories. Se esperaba, más bien, una diferencia de apenas 20 bancas entre el primero y el segundo, y con ello un proceso postelectoral complicado, con negociaciones frenéticas de alianzas que incluirían a varias fuerzas. En lo que sí acertaron las encuestas fue en el buen desempeño del SNP, el partido ultranacionalista escocés, que habría logrado 58 del total de 59 bancas que le corresponden a Escocia en el Parlamento británico, siempre según el boca de urna. Por su parte el Partido de la Independencia del Reino Unido, el UKIP, que quiere el retiro inmediato de Gran Bretaña de la Unión Europea, lograría dos escaños, los mismos que ya tenía, lejos de los 5 que aspiraba obtener.
Si el boca de urna se confirma, los Liberales Demócratas de Clegg enfrentarán la paradoja de ser los grandes perdedores de la elección, ya que perderían 47 de las 57 bancas que tenían, pero a su vez la llave necesaria para poder formar gobierno.
Anoche, Clegg evitó definirse. Dijo que estaría dispuesto a aportar "corazón a un Ejectuvo tory, o cerebro a uno laborista", mientras espera que lo cotejen. El escollo más difícil que deberá sortear Cameron para seducirlos está en su promesa, repetida varias veces durante su campaña, de celebrar un referéndum en 2017 para decidir sobre la permanencia o no del Reino Unido en el bloque europeo. Los demoliberales se oponen a una salida.
Aun si Cameron no lograra formar gobierno, los laboristas liderados por Ed Miliban no la tendrán nada fácil. De confirmarse el boca de urna, el de ayer sería el peor resultado para el centenario partido desde 1987. Incluso aliados con los independentistas de SNP, una de las posibilidades barajadas, apenas llegaría a 297 bancas, quedando a 29 de la mayoría.
Los conservadores se han presentado como el partido de la generación de empleos y la recuperación económica, prometiendo reducir el impuesto a la renta a 30 millones de personas, a la vez que aplicarán nuevos recortes al gasto para eliminar un déficit fiscal que alcanza a 5% del Producto Bruto Interno.
Los laboristas prometieron también reducir el déficit pero más gradualmente, subir el impuesto a la renta para el 1% de los que más ganan, defender a los trabajadores y mejorar el Servicio Nacional de Salud.













