Mientras continúan infructuosamente las negociaciones para que se llegue a una tregua en el nuevo capítulo del conflicto entre Israel y Palestina, el Ejército israelí redobló sus ataques con artillería aérea sobre la Franja de Gaza.
Informes de inteligencia revelaron que habría más de 12.000 cohetes y morteros apuntando contra ciudades como Tel Aviv.
Así, Israel amplió hoy sus bombardeos a más blancos en Gaza para frenar los continuos lanzamientos de Hamas. Mientras algunos medios locales desde temprano hablaban de un cese al fuego desde este miércoles, el primer ministro Benjamin Netanyahu dijo que espera una "rápida" vuelta a la calma aunque tampoco descartó un posible agravamiento de la escalada bélica.
Al mismo tiempo, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, le dijo a Netanyahu que espera una "significativa desescalada" para hoy, según informó la Casa Blanca.
De acuerdo al comunicado emitido por Washington tras la cuarta conversación entre ambos líderes desde el comienzo de la crisis, iniciada el pasado 10 de mayo, "tuvieron una charla detallada sobre el progreso de Israel en la degradación de las capacidades de Hamas y otros elementos terroristas".
Fuentes en off dijeron que, gracias a esas gestiones, se habría evitado hasta el momento una invasión israelí por tierra, algo que, según teme la ONU, podría desembocar en una "guerra total".
Pero tras los dichos del mandatario estadounidense, Netanyahu sólo dijo que aprecia mucho el apoyo de Biden al derecho de Israel a defenderse, y añadió: "Estoy decidido a continuar esta operación hasta que se logre su objetivo: devolver la paz y la seguridad a ustedes, los ciudadanos de Israel".
Por lo pronto, tras una reunión de los altos mandos del ejército, esta noche The Times of Israel citó a funcionarios de seguridad al decir que no creen que los combates en la Franja de Gaza cesen antes del viernes. Poco antes, decían que la presión de Estados Unidos para alcanzar un alto el fuego rápidamente sólo está alejando la posibilidad de una tregua, señaló el Canal 12.
Desde el 10 de mayo, al menos 219 palestinos murieron en cientos de ataques aéreos y con artillería terrestre. Mientras se intensifican los combates, los alimentos, insumos médicos, el combustible, la energía eléctrica y el agua potable comienzan a escasear en Gaza.
Ya son 58.000 los habitantes del enclave que abandonaron sus casas, lo cual podría generar una crisis humanitaria a gran escala.
En el mismo período, los disparos de más de 3.700 cohetes desde Gaza causaron 12 muertos en Israel, que también lucha con el frente interno ya que no cesan los enfrentamientos entre ciudadanos israelíes palestinos y judíos en las ciudades mixtas en disputa.
El presidente del gobierno autónomo palestino, Mahmud Abbas, acusó hoy a Israel de "terrorismo estatal organizado y de crímenes de guerra". En un discurso transmitido por televisión, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) dijo que podrían acudir a la Corte Penal Internacional (CPI), que ya está investigando la gran ofensiva israelí contra Hamas en Gaza en 2014.
Abbas también aseguró que las autoridades palestinas "nunca aceptarán una sustituta" para Jerusalén y que, sin ella, "no habrá paz, seguridad, estabilidad, ni acuerdo en la región ni en el mundo".
Abbas y la ANP gobiernan en los territorios palestinos de Cisjordania, pero no en la Franja de Gaza, de donde su partido fue desplazado por Hamas cuando el grupo islamista tomó el poder en 2007.
En su discurso, Abbas dijo que Israel es responsable de "ataques brutales y bombardeos deliberados de casas". El Gobierno de Netanyahu aclaró que solo ataca objetivos militares y que está haciendo todo lo posible para evitar dañar a civiles.
Israel ocupa Cisjordania y Jerusalén Este desde 1967, cuando también conquistó Gaza tras una guerra contra países árabes. Israel se retiró de Gaza en 2005, pero la ONU lo sigue considerando el poder ocupante de la región porque continúa controlando sus fronteras, su espacio aéreo y sus aguas territoriales, además de que tiene al territorio bajo bloqueo desde 2007.