Los acreedores instaron hoy a Grecia a aceptar sus condiciones a cambio de una prórroga de cinco meses y financiación suficiente para evitar la quiebra, mientras que el mandatario griego, Alexis Tsipras, rechazó esos “chantajes” de sus socios.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, se reunieron hoy en los márgenes de la cumbre europea con Tsipras, a quien han “alentado a aceptar la extraordinariamente generosa propuesta de las instituciones”, en palabras de la líder germana.

También le han transmitido que el Eurogrupo extraordinario del sábado, que comenzará a las 12.00 GMT, tiene un “carácter decisivo”, según Merkel.

Pero Tsipras reaccionó recordando que “la UE se fundó sobre los principios de solidaridad, democracia, calidad y respeto mutuo, no en el chantaje y los ultimátum”, por lo que “nadie” debe ponerlos en peligro, “especialmente en estos momentos cruciales”.

El sábado aparece como la última oportunidad para Grecia y los acreedores de hallar un acuerdo in extremis antes de que expire tres días después la prórroga de cuatro meses del rescate al país.

Las instituciones -la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional- y Grecia trabajan contrarreloj para unificar sus propuestas en un único texto de compromiso para que lo puedan presentar a los ministros de Economía y Finanzas en apenas 24 horas.

Los dos documentos tienen ya en su mayor parte puntos en común, pero aún persisten cinco o seis elementos en los que no hay acuerdo, con el problema de que se trata de aspectos muy sensibles para Atenas y de exigencias esenciales para los acreedores, como determinados aspectos de la reforma laboral, las pensiones y el IVA.

Incluso si los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona saliesen el sábado o la madrugada del domingo con un acuerdo de su reunión, no daría tiempo a efectuar antes del día 30 todos los procedimientos para socorrer a tiempo a Grecia.

La eurozona quiere evitar un fracaso porque significaría controles de capital inmediatos antes de la apertura de los bancos el lunes, una suspensión de pagos del país y una eventual salida de Grecia del euro.

No solo el parlamento heleno tiene que aprobar el acuerdo y adoptar las primeras legislaciones y acciones previas a cambio de la ayuda internacional, sino también el alemán y el finlandés.

El 30 de junio Grecia debe devolver al FMI 1.600 millones de euros y, si no lo hace, quedará en situación de impago con la institución. Además, en julio y agosto Atenas debe devolver al FMI y al BCE en total 8.288 millones de euros, algo imposible de afrontar sin ayuda.