

El año que termina se caracterizó por una serie de trascendentes acontecimientos que seguramente marcarán el rumbo de 2014.
El más significativo sucedió en marzo cuando el argentino Jorge Bergoglio fue elegido Papa. Desde los primeros días de su asunción, el nuevo Pontífice marcó un quiebre con sus antecesores y comenzó a delinear lo que probablemente será la mayor reforma de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.
En el plano geoestratégico se destacaron los cambios en China que, tras consolidarse como la segunda economía mundial, y aprovechando la disminución del poder de Estados Unidos como superpotencia global, comenzó a dar para ampliar sus áreas de influencia en el Pacífico. Vladimir Putin en cambio, aunque logró desactivar los intentos de Ucrania de asociarse a la Unión Europea, no lograr recuperar el rol global que tuvo Rusia hasta que se disolvió la Unión Soviética.
Mientras los movimientos de China generaron en Asia un preocupante foco de tensión, en Medio Oriente el acuerdo al que llegó Irán con las potencias occidentales lideradas por Estados Unidos respecto de su plan nuclear marcó un cambio sustancial no solo en la relación de fuerzas de la región sino en el mercado del petróleo.
También en América se dieron cambios importantes en el sector energético. Por un lado, Estados Unidos logró un extraordinario aumento en la producción de gas y crudo no convencional lo que le permite reducir casi a la mitad la importación y con miras a ser autosuficiente.
En México, el presidente Enrique Peña Nieto consiguió que el Congreso le diera luz verde a la apertura del sector energético a los capitales privados y extranjeros, algo que parecía impensable en un país en el que la propiedad estatal del petróleo era considerado de orgullo nacional.
Mientras Europa pasó gran parte del año tratando de recuperarse de su profunda crisis financiera, los países emergentes de América latina disfrutaron de los últimos coletazos de la política de estímulo económico de la Reserva Federal de Estados Unidos y de las compras de China, que siguieron subiendo.
Aunque el crecimiento también tuvo sus bemoles como el caso de Brasil, donde hubieron numerosas y violentas manifestaciones en demanda de más beneficios sociales. En Venezuela la muerte del presidente Hugo Chávez tras 13 años en el poder puso más de manifiesto las enormes dificultades económicas de un país rico en petróleo.
El 2013 fue difícil para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que llega con una desaprobación de su gestión del 55%. Las trabas que le imponen los republicanos en el Congreso para cumplir promesas electorales como la ley de salud y el escándalo internacional que destapó Edward Snowden al revelar las escuchas telefónicas que realizaba la administración norteamericana a gobiernos, incluso los considerados amigos, creó una ola de desprestigio sobre la Casa Blanca de la que todavía no logra desprenderse.
Vale destacar unas declaraciones Obama que tienen un significado especial por el hecho de provenir del presidente del país cuna del capitalismo y que se refirieron a la creciente brecha entre ricos y pobres que se está dando en EE.UU. Obama dijo en consonancia con palabras dichas por el Papa en igual sentido que la lucha contra la desigualdad es el gran desafío en el futuro próximo.
En Sudamérica, Uruguay dió la nota como país liberal con la aprobación de una controvertida ley que permite el cultivo y la producción de la marihuana.
Dos mujeres volvieron a ganar las elecciones en 2013. Aunque con posiciones ideológicas enfrentadas, Michelle Bachelet, quien fue electa presidenta de Chile por segunda vez, y la canciller Angela Merkel tienen en común Alemania. Merkel por ser nacional de ese país y Bachelet porque Alemania es el país donde se asiló durante la dictadura de Augusto Pinochet.
El año cierra con la muerte del ex presidente sudafricano Nelson Mandela. Su ejemplo como hombre de bien y estadista ejemplar tiene un indiscutido reconocimiento mundial. Sus enseñanzas deberían ser fuente de inspiración para quienes gobernarán en 2014.













