

Al otro lado del teléfono la voz de Ada Bermejo se entrecorta de emoción. Esta madre de tres hijos, que una semana antes de que cayera De La Rúa dejó su Mendoza natal para buscar un futuro en Estados Unidos, acaba de recibir una noticia inesperada: tiene una invitación para participar mañana del desayuno en la Casa Blanca donde estará el Papa Francisco junto a Barack Obama. No será la única argentina en el meeting: la chaqueña Alejandra Saucedo también estará ahí junto a su hijo, Diego Sánchez, el joven que Obama citó alguna vez como ejemplo para defender la necesidad de la reforma migratoria.
Alejandra y Ada lideran Dreamers Moms, una organización sin fines de lucro que lucha por la legalización de los inmigrantes y el fin de la amenaza de deportación. Sus hijos son "dreamers", como se les llama en EE.UU. a los 2 millones de jóvenes indocumentados que llegaron al país con sus familias siendo niños y que, gracias a una acción diferida aprobada por Obama en 2012 ya no pueden ser deportados y cuentan, al menos, con un seguro social, pueden tramitar la licencia de conducir y salir del país con un permiso especial.
Pero el desayuno en Casa Blanca será el punto cúlmine de una hazaña mayor: junto a otras 200 mujeres, estas dos argentinas llegarán hoy a Washington DC después de caminar 100 millas (160 kilómetros) durante 8 días con un sola meta: pedirle a Francisco que sea "la voz de los inmigrantes".
"Hace dos años, cuando se supo que él venía, lanzamos en la plataforma change.org una iniciativa con este objetivos y ahora queremos que se de el milagro de poder dársela personalmente", cuenta Ada. "Francisco es un líder moral indiscutido, que puede ser escuchado en medio de tanta retórica de odio como la de Donald Trump", se entusiasma.
El punto inicial de la marcha "100 women/ 100 miles", patrocinada por la Asociación Nacional de Empleadas Domésticas, fue simbólico: un centro de detención de inmigrantes en el condado de York, en Pensilvania.
"Están creando cárceles sólo para los sin papeles; esto tiene que cambiar. El Papa tiene que darle un tirón de orejas espiritual a los políticos, que están jugando con nosotros. Esa es nuestra esperanza, qué el cambie los corazones", comenta Alejandra, que también llegó a EE.UU. con tres hijos, allá por 1999.
Con la esperanza de que, fiel a su estilo, el Papa se salga del protocolo, por supuesto que estas mujeres llevan todo el merchandasing argentino: camisetas de la selección, pancartas y hasta una bandera argentina con la inscrición "Villa 21/24. Parroquia Caacupé", la que alguna vez el Papa confesó haber sentido "como su casa". La de la idea fue Evangelina Romero, otra Dreamers Mom argentina que lo conoció a Francisco en ese barrio de Barracas, cuando simplemente era Bergoglio o el padre Jorge.









