Brasil: un tenebroso cementerio de barcos en la costa de Río amenaza a caballitos de mar, tortugas y delfines

Se encuentra en la Bahía de Guanabara, que baña la popular ciudad turística y preocupa a los ambientalistas.

La Bahía de Guanabara, que baña Río de Janeiro, se ha ido convirtiendo gradualmente en un cementerio de barcos abandonados, cuya dimensión ya preocupa a los ambientalistas por el impacto que sus restos y desechos y generan en el mar  y las costas, además de los riesgos que suponen para la navegación y  las infraestructuras que rodean el lugar. 

Los barcos abandonados y las puntas metálicas del casco de navíos ya hundidos son visibles en diferentes áreas de esta bahía de 412 kilómetros cuadrados, que es mundialmente famosa por el cerro Pan de Azúcar que está en uno de sus extremos.

Muchas de estas embarcaciones, siguen ahí por desidia y o por estar sometidas a lentos procesos judiciales que nadie impulsa y que traban la posibilidad de moverlos.

Un ejemplo es el "Sao Luiz", un buque de 200 metros de eslora construido en 1994 y cubierto de óxido que, tras más de seis años anclado en la bahía a la espera de una definición legal, soltó sus amarras en una tormenta y terminó estrellándose contra un puente con 50 toneladas de fuel".

En todo el mundo, los problemas financieros y legales son motivos habituales para que los propietarios abandonen los barcos. El "Sao Luiz" es uno de las docenas de barcos abandonados a su suerte en la emblemática pero muy contaminada bahía, antaño hogar de vastos manglares y próspera vida marina.

Los manglares están ahora muy reducidos y la contaminación exacerbada por el cementerio de barcos amenaza a los caballitos de mar, las tortugas verdes y los delfines de Guayana, símbolo de Río de Janeiro.

Un estudio de la Universidad del Estado de Río de Janeiro reveló este año que solo quedaban 34 delfines de Guayana en la bahía, frente a los cerca de 800 que había en los años 90.

Además del efecto de los barcos en la vida marina y en las embarcaciones que pasan, que deben sortear una carrera de obstáculos de cascos a medio flotar, la contaminación de la bahía impone un coste financiero de unas decenas de miles de millones de reales al año con su polución, estimó Ricardo.

Fernando Pinto Lima, un antiguo pescador de 62 años de la bahía, dijo a Reuters que solía poder capturar rápidamente entre 50 y 100 kilogramos de pescado. "Ahora, para pescar 50 kilos, tardarás una semana o un mes", dijo.

  Tras el accidente del "Sao Luiz", los medios locales dijeron que las autoridades están estudiando cómo eliminar los barcos fantasma. No obstante, las embarcaciones abandonadas siguen pudriéndose sobre y bajo sus fangosas aguas.

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