José Antonio Kast se convirtió en el nuevo presidente electo de Chile tras imponerse con en el balotaje y sellar el regreso de un liderazgo conservador al poder en el país vecino. Abogado, exdiputado y líder del Partido Republicano, Kast construyó su carrera política desde los márgenes del sistema tradicional, con un discurso enfocado en el orden, la seguridad y una fuerte crítica al progresismo que marcó los últimos años de la política chilena.
Su victoria no solo redefine el escenario interno chileno, sino que también reconfigura el mapa político regional. Kast mantiene afinidades ideológicas y un vínculo político explícito con el presidente argentino Javier Milei, con quien comparte una mirada crítica sobre el rol del Estado, las agendas de izquierda y el rumbo económico de América Latina.
Quién es José Antonio Kast, el nuevo presidente electo
Nacido en Santiago en 1966, José Antonio Kast proviene de una familia de origen alemán y se formó como abogado en la Universidad Católica de Chile. Inició su carrera política dentro de la Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los partidos históricos de la derecha chilena, con el que fue diputado durante cuatro períodos consecutivos.
Con el paso del tiempo, se distanció de la dirigencia tradicional y, en 2019, fundó el Partido Republicano. Desde ese espacio consolidó un perfil propio, más confrontativo y alineado con corrientes conservadoras internacionales. Su construcción política se apoyó en una base electoral movilizada por temas como la seguridad, el control migratorio, los valores tradicionales y el rechazo al proceso constituyente impulsado tras el estallido social.
Kast llegó a la presidencia con una agenda definida: endurecimiento de las políticas de seguridad, control migratorio estricto, reducción del tamaño del Estado y defensa de un modelo económico promercado.
En el plano económico, plantea una baja de impuestos, incentivos a la inversión privada y una revisión del gasto público, en línea con recetas liberales que lo acercan al discurso del mandatario argentino, aunque con un fuerte anclaje conservador en lo social.
La sintonía entre Kast y Milei no pasó desapercibida durante la campaña. Ambos dirigentes intercambiaron elogios públicos y comparten una narrativa crítica hacia el progresismo latinoamericano, el intervencionismo estatal y los organismos multilaterales.
Para el Gobierno argentino, el triunfo del líder republicano representa un cambio de clima en la relación bilateral, luego de años de distancia ideológica con la administración saliente en Chile.
La figura de Kast despierta apoyos firmes, pero también resistencias. Organismos de derechos humanos y sectores progresistas cuestionan sus posiciones sobre género, diversidad y memoria histórica, mientras que sus seguidores destacan su estilo directo, su discurso sin concesiones y su promesa de restaurar el orden.
Con el balotaje ya definido, el desafío del presidente electo será traducir su triunfo electoral en gobernabilidad, en un país atravesado por tensiones sociales, demandas económicas y un Congreso fragmentado.
El ciclo político chileno entra así en una nueva etapa, marcada por un liderazgo que promete una redefinición del rol del Estado y un giro respecto del rumbo reciente, en línea con una ola conservadora que vuelve a ganar peso en América Latina.