

Entrada la noche del domingo, Henrique Capriles tomó el teléfono y pidió hablar con su contrincante político, Nicolás Maduro. La comunicación tardó un poco en establecerse, pero al final se logró. El candidato de la oposición lo abordó sin demasiados preámbulos. Le explicó que los números que la oposición manejaba eran superiores a los que se pretendían dar a conocer y le exigió que no ofreciera ningún boletín hasta que se hiciera el conteo de todas las cajas y todos los votos.
De acuerdo con una fuente interna del comando opositor, Maduro negó esta posibilidad de entrada. Dijo que transmitirían el boletín inmediatamente y la comunicación se cortó.
Sin embargo, el secretario general de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, aseguró a la CNN que inicialmente Maduro le habría dicho que lo consultarían antes de lanzar los resultados; pero minutos después aparecieron los rectores del Consejo Nacional Electoral dando el primer boletín.
Tras la difusión, se anunció una declaración del candidato de la MUD. Antes de aparecer en las pantallas de televisión, Capriles, generalmente amable y conversador con los periodistas, llegó a la pequeña sala de prensa muy serio. Sin saludar a nadie. Pidió una botella de agua y se la tomó de un solo tirón. Miró fijamente al frente. Preguntó si ya estaban listas las cámaras. Apenas le dijeron que sí, comenzó a hablar. Se pronunció sobre la ilegitimidad de Maduro y mientras lo hacía, gesticulaba con fuerza, fruncía el ceño y se le brotaba la vena del cuello.
Apenas terminó de hablar se fue. Al salir, se quitó la gorra y se la dio a una periodista que estaba parada en la puerta. La muchacha, al recibirla, hizo como que se desmayaba.









