Un nuevo hallazgo arqueológico pone a prueba la historia de los orígenes humanos. Un grupo internacional liderado por investigadores de la Universidad Estatal de Arizona de Estados Unidos desenterró fósiles que podrían modificar la forma en que entendemos la evolución.
Se trata de 13 piezas dentales localizadas en la región de Afar, un yacimiento clave para la paleontología. ¿Lo particular del descubrimiento? Los dientes no coinciden con ninguna de las especies conocidas hasta ahora, lo que deja abierta la posibilidad de que se trate de un linaje humano aún no identificado.
Un hallazgo que reescribe la evolución
El descubrimiento muestran que la evolución no siguió una línea recta. El análisis, liderada por la paleontóloga Kaye Reed, apunta a que hace más de dos millones de años distintas especies convivían en el mismo territorio, lo que rompe la visión tradicional de un único camino que iba del Australopithecus al Homo.
El sitio de Ledi-Geraru, donde se encontraron los restos, ya había sido escenario de otro hallazgo histórico: la mandíbula del ejemplar de Homo más antiguo registrado, con tres millones de años. Ahora, este nuevo hallazgo suma nueva evidencia a la búsqueda de orígenes.
¿Qué especie descubrieron los científicos?
Los dientes hallados no pertenecen a Australopithecus afarensis -la especie de la famosa Lucy- ni encajan con Australopithecus garhi o con ancestros de Paranthropus.
Las diferencias en su morfología sugieren que podrían corresponder a una especie desconocida para la ciencia, lo que marcaría un antes y un después en los estudios sobre la evolución.
“Estos fósiles nos muestran que la historia de la humanidad no fue lineal, sino que múltiples especies compartieron tiempo y espacio”, señaló Reed.
Un nuevo desafío para la ciencia
Aunque los restos deberán someterse a más estudios, el hallazgo ya plantea un cambio de paradigma: la evolución fue más diversa de lo que se pensaba y cada nuevo fósil aporta pruebas de un pasado compartido entre especies distintas.
Este avance no solo reabre debates sobre cómo convivieron nuestros ancestros, sino que también obliga a replantear las conexiones entre ellos. Afar, una de las cunas de la humanidad, vuelve a demostrar que todavía guarda misterios capaces de transformar lo que sabemos sobre nuestro origen.